miércoles, 26 de febrero de 2014

La inmoralidad.


Satanás siempre busca tentarnos al compromiso al virar al revés de nuestro sistema de creencias. En cierto sentido hay gente, e incluso nosotros podemos ser así, que nos gozamos en el pecado y la inmoralidad, Dios les ama, pero no a su pecado, el odia el pecado en nosotros, Dios deja eso claro en su Palabra en Proverbios 5:7-12 hablando de la mujer extraña, es decir, una mujer que no era su esposa ni lo sería tampoco.

Dios nos ha llamado a vivir vidas santas, pero cada vez con mayor frecuencia la gente sigue al compás de la cultura, pero nosotros debemos ir a contra cultura, somos llamados a ser santos, cómo aquel que nos llamó fue santo.

La verdad es que el pecado nos destruye; no solo desde el punto de vista físico, sino que también desde el emocional y espiritual. (Proverbios 6:27-28)

Podemos tratar de justificar nuestras acciones de muchas formas, pero no podemos cambiar los principios de la Palabra de Dios. La mina del pecado sexual siempre traerá consecuencias desastrosas. El pecado sexual es devastador pero masivamente en tu vida afectando todas las áreas o hábitos, le cambiará la percepción de lo que es bueno y malo. No solo usted será afectado con tal mina del pecado sexual, sino que muchas veces hay más implicados como familiares, amigos, compañeros de trabajo y muchos otros.

Ponga mucha atención: Usted no puede eliminar las consecuencias del pecado sexual, porque cuando esa mina estalla tiene el poder de llevar a la destrucción a todas las áreas de la vida de la persona.

Salomón, el mismo escritor de los proverbios que antes leímos, es el mejor ejemplo de que una persona puede ser destruida por el pecado sexual. Él tenía todo (Eclesiastés 2:10-11) él tenía concubinas, esclavos, casas, viñedos, plata y oro, establos llenos de caballos y muchas otras cosas más. Pero todos esos logros solo eran un vacío para él, porque las cosas que él más valoraba no se encontraban como eje fundamental a Dios. Él le dio paso a este pecado y ya sabemos cómo terminó el cediendo ante sus muchas mujeres y concubinas y adorando a dioses paganos, qué lamentable final.

El mundo tratará de cambiar el orden establecido por Dios en cuanto a la familia y la sexualidad de la persona, le dirá que una relación con el sexo opuesto no le influirá en nada, qué solo es algo momentáneo y solo andar de la mano o besar no le hará mal a nadie: ¡Mentira! Si le hará mal a todos, a usted y a ella o él, y a la relación con Dios de ambos. Tocar la mano de la chica te traerá a deseos que no sabrás controlar, luego un beso aumentarán en su intensidad y todo se puede salir de control hasta terminar pecando contra el Dios Santo de la Biblia. Es decir, tiene todo de malo dejar dar rienda suelta a las pasiones juveniles, cuando Dios nos dice que huyamos de ellas.

Hay cosas que debemos admitir, la fornicación es pecado a Dios (Éxodo 20:14) podemos resistir la tentación (1ª Corintios 10:13) habrá juicio para tal acto si se comete (Levítico 20:13) Dios es igual de severo con el pecado como lo fue en el A. T. porque Dios no ha cambiado, la misma advertencia la declara en 1ª Corintios 6:9-10, estos pecados incluso los pueden llevar a una muerte física por enfermedades de trasmisión sexual, solo por resultado de su rebelión contra Dios, siendo esclavos del pecado (Juan 8:34,36)

Todo pecado sexual comienza como cualquier otro pecado o tentación: en la mente, con un pensamiento. Y luego pasa de un pensamiento a pasar a ser parte de su imaginación. Se desarrolla un deseo y al consumarse ese deseo desordenado da a luz el pecado.

El pecado ya no es una alternativa después que aceptamos el amor y el perdón de Dios.

¿Cómo ordenar nuestras vidas antes o después de habernos descarriado?

1.     Reconozca que lo que ha hecho no está bien (Confiese el pecado)
a.       Tiene que reconocer sinceramente: “Esto no es lo mejor que tiene el Señor para mi”
b.      Después que usted ha sido cegado por el pecado, probablemente no aceptará la verdad de las circunstancias. Comenzará una caída en espiral para que sea entregado a sus propias concupiscencias (Romanos 1)
c.       Sin duda, llegará el día que se le acabarán las excusas. Toda la negación que han mantenido se llenará de huecos y admitirán la amargura y desilusión que hay en su vida.
d.      Es entonces cuando recién se dará cuenta que debe confesar su pecado a Dios. Pero, ¿Por qué esperar hasta entonces? No hay razón alguna si el amor de Dios se ha derramado en sus corazones aun siendo pecadores (Romanos 5:1-8)
e.       Coincida con Dios en sincero arrepentimiento, reconozca su necesidad de Él y de Su verdad para su vida.

2.     Hágase responsable de sus acciones.
a.       Esto puede incluir pedirle a más de alguna persona perdón por sus acciones inmorales.
b.      Antes de eso, necesariamente debe admitir a Dios y a usted mismo sinceramente que se ha equivocado y que necesita el perdón de Dios para su vida.
c.       Tomamos malas decisiones a diario, pero arrepentirnos no querrá decir que no traerá consecuencias a nuestra vida.
d.      El pecado siempre traerá consecuencias a su vida y a la vida de otros.
e.       Dios será fiel a enviar el aviso de emergencia a nuestra vida para evitar caer en el pecado, pero también será fiel en disciplinarle porque le ama (Hebreos 12:6) pero esa disciplina no le agradará pero es necesaria (Hebreos 12:11)

3.     Sea genuino en su arrepentimiento.
a.       Con frecuencia escuchamos a la gente o nosotros mismos decir “Lo siento”  pero en realidad queremos decir “Siento que me hayan sorprendido”
b.      Dios conoce su corazón si es sincero al pedir perdón y confesar su pecado, es por eso que debemos ser sinceros con Él, y si somos sinceros con Él, también nos da la promesa que nos limpiará de todo pecado (1ª Juan 1:9)


4.     Pídale a Dios que le ayude a perdonarse a sí mismo. ( Salmo 51:1-4,7)