Probados
para ser dependientes.
Un
área de nuestras vidas en la que Dios
tiene que trabajar constantemente, es en nuestra tendencia a depender de
nosotros mismos y no de Él. Jesús dijo: …”porque separados de mí nada
podéis hacer” (Jn. 15:5). Lejos de nuestra unión con Cristo y sin una total
dependencia de Él, no podemos hacer nada
que glorifique a Dios.
Vivimos
en un mundo que rinde culto a la independencia y la autosuficiencia. “Soy el dueño de mi destino: Soy el capitán
de mi alma” es el lema de la sociedad a nuestro alrededor. Podemos caer
fácilmente en el patrón de pensamiento del mundo, debido a nuestra propia
naturaleza pecaminosa. Tendemos a confiar en nuestro conocimiento de la
Escritura, nuestra habilidad comercial, nuestra experiencia en el ministerio, e
incluso en nuestra bondad y moralidad. Dios
debe enseñarnos, a través de la adversidad, a confiar en Él, y no en
nosotros mismos. Incluso, el apóstol Pablo dijo que sus dificultades, las
que describió como “más allá de nuestras fuerzas” se dieron…”para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2
Corintios 1:8-9). Dios permitió que Pablo y sus colaboradores llegaran a una
situación tan desesperada, que perdieron la esperanza de la misma vida. No
tenían nadie más a quien acudir sino a Dios.
Pablo
tuvo que aprender dependencia de Dios tanto en la parte espiritual como en la
física. Cualquiera fuera el aguijón en su carne, era una adversidad de la que
él desesperadamente quería deshacerse. Pero Dios hizo que ésta permaneciera, no sólo para reprimir cualquier asomo de
orgullo en su corazón, sino también para enseñarle a confiar en su poder.
Pablo tuvo que aprender que debía depender de la gracia de Dios, el poder de
Dios que nos da capacidad, y no de su fuerza; él fue uno de los hombres más
brillantes en la historia, más de un teólogo ha dicho que si no se hubiera
convertido en cristiano y tal vez hubiese sido filósofo, habría superado a
Platón. Dios le dio mucha inteligencia, le hizo revelaciones divinas, algunas
de las cuales fueron tan gloriosas que no se le permitió hablar de ellas. Pero
Dios nunca le dejó depender de su intelecto o de sus revelaciones, sino de la
gracia divina, igual que usted y yo debemos hacerlo. Y lo aprendió a través de
grandes adversidades.
No
importa si usted tiene muchas debilidades o fortalezas. Puede ser el más
competente en su campo, pero puede estar seguro de que si Dios va a usarle,
hará que sienta dependencia total de Él. A menudo frustrará
cualquier cosa en la que se sienta confiado, para que aprenda a depender de Él,
y no de usted mismo. Según Esteban…”Moisés fue enseñado en toda la sabiduría de
los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras” (Hch. 7:22). Además…”él
pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano
suya”… (v. 25). Pero cuando Moisés intentó tomar el control de las cosas, Dios
frustró sus esfuerzos a tal punto que tuvo que huir para salvar su vida, y
cuarenta años después, aún no podía confiar en sus propias habilidades e
incluso tenía dificultad en creer que lo usaría.
Pablo
experimentó un aguijón en la carne. Moisés vio sus esfuerzos de hacer algo para
Dios completamente frustrados y convertidos en un desastre. Cada uno de estos dos hombres de Dios,
experimentó una dificultad que le hizo darse cuenta de su propia debilidad y
total dependencia de Él. Cada adversidad fue diferente, pero tenían el
objetivo común de llevar a estos hombres a un nivel de mayor dependencia de
Dios. Si Él va a usarnos a usted y a mí, traerá adversidad a nuestras vidas
para que, también aprendamos en la práctica a depender de Él.
Fragmento
tomado del libro “Confiando en Dios aunque la vida duela” de Jerry Bridges.