jueves, 26 de septiembre de 2013

¿De qué dependes?

Probados para ser dependientes.

Un área de nuestras vidas en la que Dios tiene que trabajar constantemente, es en nuestra tendencia a depender de nosotros mismos y no de Él. Jesús dijo: …”porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5). Lejos de nuestra unión con Cristo y sin una total dependencia de Él, no podemos hacer nada que glorifique a Dios.

Vivimos en un mundo que rinde culto a la independencia y la autosuficiencia. “Soy el dueño de mi destino: Soy el capitán de mi alma” es el lema de la sociedad a nuestro alrededor. Podemos caer fácilmente en el patrón de pensamiento del mundo, debido a nuestra propia naturaleza pecaminosa. Tendemos a confiar en nuestro conocimiento de la Escritura, nuestra habilidad comercial, nuestra experiencia en el ministerio, e incluso en nuestra bondad y moralidad. Dios debe enseñarnos, a través de la adversidad, a confiar en Él, y no en nosotros mismos. Incluso, el apóstol Pablo dijo que sus dificultades, las que describió como “más allá de nuestras fuerzas” se dieron…”para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2 Corintios 1:8-9). Dios permitió que Pablo y sus colaboradores llegaran a una situación tan desesperada, que perdieron la esperanza de la misma vida. No tenían nadie más a quien acudir sino a Dios.

Pablo tuvo que aprender dependencia de Dios tanto en la parte espiritual como en la física. Cualquiera fuera el aguijón en su carne, era una adversidad de la que él desesperadamente quería deshacerse. Pero Dios hizo que ésta permaneciera, no sólo para reprimir cualquier asomo de orgullo en su corazón, sino también para enseñarle a confiar en su poder. Pablo tuvo que aprender que debía depender de la gracia de Dios, el poder de Dios que nos da capacidad, y no de su fuerza; él fue uno de los hombres más brillantes en la historia, más de un teólogo ha dicho que si no se hubiera convertido en cristiano y tal vez hubiese sido filósofo, habría superado a Platón. Dios le dio mucha inteligencia, le hizo revelaciones divinas, algunas de las cuales fueron tan gloriosas que no se le permitió hablar de ellas. Pero Dios nunca le dejó depender de su intelecto o de sus revelaciones, sino de la gracia divina, igual que usted y yo debemos hacerlo. Y lo aprendió a través de grandes adversidades.

No importa si usted tiene muchas debilidades o fortalezas. Puede ser el más competente en su campo, pero puede estar seguro de que si Dios va a usarle, hará que sienta dependencia total de Él. A menudo frustrará cualquier cosa en la que se sienta confiado, para que aprenda a depender de Él, y no de usted mismo. Según Esteban…”Moisés fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras” (Hch. 7:22). Además…”él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya”… (v. 25). Pero cuando Moisés intentó tomar el control de las cosas, Dios frustró sus esfuerzos a tal punto que tuvo que huir para salvar su vida, y cuarenta años después, aún no podía confiar en sus propias habilidades e incluso tenía dificultad en creer que lo usaría.

Pablo experimentó un aguijón en la carne. Moisés vio sus esfuerzos de hacer algo para Dios completamente frustrados y convertidos en un desastre. Cada uno de estos dos hombres de Dios, experimentó una dificultad que le hizo darse cuenta de su propia debilidad y total dependencia de Él. Cada adversidad fue diferente, pero tenían el objetivo común de llevar a estos hombres a un nivel de mayor dependencia de Dios. Si Él va a usarnos a usted y a mí, traerá adversidad a nuestras vidas para que, también aprendamos en la práctica a depender de Él.


Fragmento tomado del libro “Confiando en Dios aunque la vida duela” de Jerry Bridges.

sábado, 21 de septiembre de 2013

¿Quién eres tu?

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. “
(2 Corintios 5:17)

Para llegar a ser  quien debes ser como un creyente, tienes que darte cuenta quien ya eres en  Cristo Jesús.  Lo que vas a aprender en esta lección no es algo que va a pasar en tu vida, sino lo  que ya pasó desde el momento en que aceptaste a Cristo como tu Salvador personal. 

En el momento en que te convertiste y aceptaste a Cristo Jesús como tu Salvador, y diste tu  vida a Él, cosas maravillosas pasaron en tu vida.  Cosas que cambiaron en ti y acerca de ti que  no entendiste bien.  Cuando tú averiguas lo que la gracia de Dios ha hecho en tu vida, estarás asombrado que Él ya ha hecho tanto en ti. 

I. Tu relación con Dios. 
 En el momento en que te convertiste, naciste de Nuevo y llegaste a ser parte de Su familia las verdades siguientes llegaron a ser real en tu vida.  

 a. Te convertiste en un hijo de Dios.  Todo el mundo es la creación de Dios, pero tienes  que haberte hecho un hijo de Dios por un acto de la voluntad de Dios.

      i. “A los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.  (Juan 1:12-13)
      ii. Todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús  (Gálatas 3:26)

b. Llegaste a ser un amigo de Cristo.

      i. Cristo dijo “os he llamado amigos.”  (Juan 15:15)
      ii. Aunque temes a Dios o tienes respeto reverencial para con Dios, te das  cuenta que Él desea una relación personal e intima contigo, no como un  esclavo, sino un amigo.  Alguien que se rinda voluntariamente y da todo a Él.

c. Fuiste sellado y hecho eternamente seguro.

       i. Nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones  (II Corintios 1:21-22)
       ii. Tienes una salvación que es segura.  No hay temor de que puedas perder tu  salvación, o de que pueda ser arrebatada de ti.  Has sido sellado y las arras han sido pagadas.   Él te ha dado Su Espíritu Santo.  Tu no vas a tener vida eterna – ya la tienes.  No es necesario que tengas miedo o inseguridad de tu parte.  Perteneces a Él y nunca serás separado de Él.

d. Puedes decir, definitivamente, que perteneces a Él.

        i. Has sido comprado por precio, perteneces a Dios (I Corintios 6:20)
        ii. Él quiere que te des cuenta que perteneces a Él porqué Él pagó un precio grande para obtenerte;  Lo que tienes no es una relación barata o una salvación sin valor. No lo buscaste a Él – (Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.)  (Lucas 19:10)

e. Llegaste a ser miembro de Su cuerpo

      i. Ahora eres el cuerpo de Cristo y miembros en particular (I Corintios 12:27)
      ii. Con tu salvación recibiste no solamente el perdón de Dios sino que Él te hizo una parte de Su cuerpo.  “Eres en Cristo.”  (II Corintios 5:17)

f. Ahora tu eres hechura Suya

      i. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras  (Efesios 2:10)
     ii. ¿Te das cuenta que Él es él que te ha hecho lo que eres?  Él te salvó.  Él te dio vida eterna.  Él te ha hecho una criatura nueva.  Eres hechura Suya.  Perteneces a Él. 


II. Mi posición en Cristo Jesús

a. Justificado

      i. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
           Jesucristo.”  (Romanos 5:1)
      ii. La palabra justificado, o justificación es un término legal que significa que no puede ser condenado.  Es el acto judicial de Dios, en el cual Él perdona todos los pecados de los que creen en Cristo y cuenta, acepta y los trata a ellos como justos en los ojos de la ley.   En Cristo, por fe, una persona se ha conformado a todas las demandas de la ley.  Además el perdón del pecado,  justificación declara que todas las demandas de la ley son satisfechas  para él que había sido justificado. 

                Es el hecho de un juez, no un soberano.   La ley no es relajada o ignorada sino declarada que ser cumplida en el sentido más estricto.  La persona justificada es declarada a ser habilitada en todas las ventajas y beneficios derivados de la obediencia perfecta a la ley.

  1. Dios pone en nuestra cuenta Su justicia perfecta, la cual recibimos por medio de la imputación    
 (Activa y pasiva) de Cristo Jesús, nuestro fiador y representante.  (Romanos 10:3- 9) La justificación no es el perdón de un hombre sin justicia, sino una declaración que él posee  una justicia que, para siempre y eternalmente, satisface  perfectamente la ley, la cual es la justicia de Jesucristo.  (II Corintios 5:21, Romanos 4:6-8)

2. La única condición en que esta justicia sea imputada o puesta al creyente es por fe en el Señor Jesucristo.   A la fe se le llama una “condición” no porque posee merito, sino porque la fe es el instrumento, y el único instrumento con que el alma del hombre apropia o aprehende (comprende) Cristo y Su justicia  (Romanos 1:17, 3:25-26, 4:20,22, Filipenses 3:8-11, Gálatas 2:16)

3. El hecho de fe que afirma nuestra justificación, afirma también a  la vez nuestra santificación;  La doctrina de justificación por fe, no es una licencia para pecar ni una doctrina que lleva al libertinaje (Romanos 6:2-7)  Buenas obras vendrán por medio de justificación, aunque no  son las que nos salvan.   (Romanos 6:14, 7:6)

b. Ya no soy condenado

      i. Antes de aceptar a Cristo, una persona ya es condenada  (Juan 3:18)
      ii. En Cristo, ninguna condenación hay (Romanos 8:1)
c. Un Santo

      i. Dios intercede por los santos  (Romanos 8:27)
      ii. Somos llamados a ser santos (Romanos 1:7)

d. Una criatura nueva (II Corintios 5:17)

e. Somos hechos la justicia de Dios en Él. (II Corintios 5:21)

 f. Aceptados en el amado (Efesios 1:6)

g. Nos hizo sentar en los lugares celestiales en Cristo Jesús  (Efesios 2:6)


 III. Las promesas que tengo.

a. Todas las cosas les ayudan a bien (trabajan juntas hacia el bien) en mi vida (Romanos 8:28)

 b. Tengo acceso directo a Dios (Efesios 2:18, 3:12)

 c. Puedo tener gracia y misericordia en el oportuno socorro.  (Tiempo de necesidad) (Hebreos 4:16)

 d. He sido redimido y mis pecados han sido perdonados (Colosenses 1:14)

 e. Todas las bendiciones espirituales en el Cielo ya son mías.  (Efesios 1:3)

 f. Él hará Su obra en mí.  (Filipenses 1:6)

 g. Cristo me fortalece  (Filipenses 4:13)


¿Qué harás ahora que sabes cuál es tu nueva posición, tu relación las promesas que Él tiene para ti? Te invito a andar como es digno de Dios.

lunes, 16 de septiembre de 2013

CÓMO PASAR EL DÍA CON DIOS





Una vida santa es propensa a hacer más fácil cuando sabemos la secuencia y método de nuestras responsabilidades con todas las cosas acomodándose en su lugar apropiado. Por lo tanto, os daré algunas breves directrices para pasar el día de una manera santa.

El Dormir
Mide apropiadamente el tiempo de tu sueño de manera que no malgastes tus preciosas horas de la mañana de forma lenta y pesada en tu cama. Que el tiempo de tu sueño se corresponda con tu salud y trabajo, y no con el placer perezoso.

Primeros Pensamientos
Haz que Dios tenga tus primeros pensamientos al despertarte; levantad vuestros corazones a Él de manera reverente y con acción de gracias por el descanso disfrutado la noche anterior y entregaos vosotros mismos a Él por el día que continúa. Familiarízate de manera tan consistente con esto que tu conciencia pueda inspeccionarte cuando los pensamientos comunes se entrometan de primeros. Piensa en la misericordia del descanso de una noche y de cuántos han pasado esa noche en el Infierno; cuántos en prisión; cuántos en alojamientos fríos y duros; cuántos sufriendo de dolores y enfermedades agonizantes, cansados de sus lechos y de sus vidas. Piensa en cuántas almas fueron llamadas de sus cuerpos esa noche para aparecer aterrados ante Dios y, ¡piensa en cuán rápidamente pasan los días y las noches! ¡Con cuánta rapidez se fue tu noche pasada y vendrá tu día de mañana! Pon atención de aquello que le está faltando a tu alma en preparación para tal tiempo y búscalo sin demora.

Oración
Que la oración que haces a solas (o con tu cónyuge) tome lugar antes de la oración colectiva de la familia. Si es posible que sea de primero, antes que cualquier trabajo del día.

Adoración en Familia
Que la adoración en familia se realice de manera consistente en un momento cuando sea más probable para la familia el estar libre de interrupciones.

Propósito último
Recuerda tu propósito último, y cuando te dispongas para tu día de trabajo o emprendas cualquier actividad en el mundo, que la SANTIDAD AL SEÑOR esté escrita en vuestros corazones en todo lo que hagan. No hagas ninguna actividad sobre la cual no puedas dar derechos a Dios, y di verdaderamente que Él te ha establecido en ello, y no hagas nada en el mundo para ningún otro propósito último que no sea agradar, glorificar y disfrutar de Él. “Hacedlo todo para la gloria de Dios.” – 1 Corintios 10:31.

Diligencia en Vuestro Llamado
Dedícate a las tareas de tu llamado de manera cuidadosa y diligente. De esta forma: Mostraréis que no sois perezosos ni siervos de vuestra carne (como aquellos que no pueden negarla con facilidad), y así fomentarás el poner a la muerte todos los deseos y pasiones carnales que son alimentados por la facilidad y la holgazanería.
Mantendrás alejados los pensamientos ociosos de tu mente, que pululan en las mentes de las personas frívolas.
No perderás tiempo precioso, algo de lo cual las personas frívolas son culpables diariamente.
Estarás camino de obedecer a Dios mientras que los perezosos se encuentran en constantes pecados de omisión.
Puedes tener más tiempo para pasarlo en deberes santos si te dedicas a tu ocupación de manera diligente. Las personas frívolas no tienen tiempo para la oración y la lectura porque pierden tiempo vagando en su trabajo.
Puedes esperar la bendición de Dios y su provisión confortable tanto para ti como para tu familia.
Esto también puede estimular la salud de tu cuerpo el cual incrementará su competencia para el servicio de vuestra alma.

Las Tentaciones y las Cosas que Corrompen
Mantente totalmente al corriente de tus tentaciones y de las cosas que puedan corromperte – y vigílalas durante todo el día. Debieses vigilar, de manera especial, las cosas más peligrosas que corrompen, y aquellas tentaciones que tu compañía o negocio inevitablemente pondrán ante ti.
Vigila los pecados dominantes de la incredulidad: la hipocresía, el egoísmo, el orgullo, la complacencia de la carne y el amor excesivo por las cosas terrenales. Ten cuidado de ser arrastrado hacia la mentalidad mundana y a las preocupaciones excesivas, o de planes codiciosos para descollar en el mundo, bajo la pretensión de diligencia en tu llamado.
Si has hacer tratos o comerciar con otros, sé vigilante en contra del egoísmo y todo lo que huela a injusticia o falta de caridad. En todos tus tratos con otros, mantente vigilante contra la tentación de la charla vacía y frívola. Vigila también a aquellas personas que te tentarán a la ira. Mantén la modestia y la limpieza del lenguaje que requieren las leyes de la pureza. Si conversas con aduladores, mantente en guardia contra el orgullo hinchado. Si conversas con aquellos que te desprecian y hieren, fortalécete en contra del orgullo vengativo e impaciente.
Al principio estas cosas serán muy difíciles, mientras el pecado tenga alguna fuerza en ti, pero una vez que hayas alcanzado una conciencia continua del peligro venenoso de cualquiera de estos pecados, tu corazón los evitará fácilmente y de buena gana.

Meditación
Cuando te encuentres solo en tus ocupaciones, mejora el tiempo con meditaciones prácticas y benéficas. Medita en la bondad y en las perfecciones infinitas de Dios; en Cristo y la redención; en el Cielo y en cuán indigno eres de ir allí y cómo mereces la miseria eterna en el Infierno.

El Único Motivo
Cualquier cosa que estés haciendo, acompañado o solo, hazlo todo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). De otra forma, es algo inaceptable para Dios.

Redimiendo el Tiempo
Asígnale un gran valor a tu tiempo, sé más cuidadoso de no perderlo como lo eres de no perder tu dinero. No dejes que las recreaciones sin valor, la televisión, la charla frívola, la compañía poco provechosa, o el sueño, te roben tu precioso tiempo.
Sé más cuidadoso en escapar de esa persona, acción o curso de vida que te robaría tu tiempo de lo que serías en escapar de ladrones y asaltadores.
Asegúrate que no estés meramente ocupado, sino más bien que estás usando tu tiempo en la manera más provechosa que puedas y no prefieras un camino menos provechoso ante uno de mayor provecho.

Comer y Beber
Come y bebe con moderación y agradecimiento por la salud, no por placer sin provecho. Nunca complazcas tu apetito por la comida o la bebida cuando sea propensa a perjudicar tu salud. Recuerda el pecado de Sodoma: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas” – Ezequiel 16:49.
El Apóstol Pablo lloraba cuando mencionaba a aquellos “enemigos de la cruz de Cristo… el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” – Filipenses 3:18-19. Porque si vivís conforme a la carne, moriréis (Romanos 8:13).

Pecados Predominantes
Si alguna tentación prevalece en tu contra y caes en cualquier pecado además de las fallas habituales, laméntalo inmediatamente y confiésalo a Dios; arrepiéntete rápidamente cualquiera que sea el costo. Ciertamente que te costará más si continúas en el pecado y permaneces sin arrepentirte.
No trates de manera trivial tus fallas habituales, sino confiésalas y lucha contra ellas diariamente, teniendo cuidado de no agravarlas por la falta de arrepentimiento y el desprecio.

Relaciones
Acuérdate cada día de las obligaciones especiales de las varias relaciones: sea como esposos, esposas, hijos, jefes, siervos, pastores, magistrados, súbditos. Recuerda que toda relación tiene su responsabilidad especial y su ventaja para hacer algún bien. Dios requiere tu fidelidad en este asunto lo mismo que en cualquier otro deber.

Cerrando el Día
Antes de regresar a dormir, es sabio y necesario revisar las acciones y bendiciones del día que ya va pasando, para que podáis estar agradecidos por todas las misericordias especiales y humildes por todos tus pecados.
Esto es necesario para que puedas renovar tu arrepentimiento lo mismo que vuestra resolución de obedecer, y para que podáis examinaros vosotros mismos para ver si vuestra alma se hizo mejor o peor, si el pecado ha bajado y la gracia ha subido y si estáis mejor preparados para el sufrimiento, la muerte y la eternidad.
Que estas directrices puedan grabarse en tu mente y que se hagan la práctica diaria de tu vida.

Si te adhieres con sinceridad a ellas, te conducirán a la santidad, la fructificación y la quietud de tu vida y te añadirán una muerte confortable y pacífica.


 - Richard Baxter

jueves, 5 de septiembre de 2013

7 Consejos para el Predicador Joven.

Uno de mis amigos enseña en un seminario local. Algunas veces me invita a hablarles a sus estudiantes desde la perspectiva de un pastor sobre la preparación del sermón, la predicación y el ministerio en la iglesia. En una exposición reciente uno de los estudiantes me preguntó, “Si pudiese retroceder en el tiempo y aconsejarse antes de empezar a predicar, ¿qué diría?”

Hasta ahora he predicado por más de 15 años. No sé si es tiempo suficiente para hacerme un predicador con autoridad para entrenar a novatos. Pero parece suficiente como para pensar en qué consejo me daría a mí mismo si pudiese retroceder en el tiempo.

Aquí propongo siete sugerencias para los nuevos predicadores basadas en la autor reflexión, así como en la observación de nuevos predicadores en la década y media pasada.



1. Predique la Palabra

Este primer consejo debería darse sin decirlo, pero probablemente significa que necesitamos decirlo muchas veces: predique la Palabra. Al principio de su ministerio comprométase a la predicación expositiva. ¿Qué es la predicación expositiva? Es cuando el predicador hace que el punto del texto sea el punto de su sermón, lo cual luego es aplicado a la congregación.

Mientras sorteaba preguntas de aquellos estudiantes de seminario, sentía que muchos estaban luchando con esta duda: “¿Realmente voy a pasar 10 o 15 horas cada semana usando mi entrenamiento de seminario para obtener el significado del texto?” Espero que lo hagan ellos y espero que usted también lo haga. Mientras más pastoreo, me sorprendo más con la firmeza que la predicación de la Palabra imparte una salud amplia y profunda a la congregación. Haga que la exposición regular sea el latido del corazón y la respiración que bombee el Espíritu dador de vida a todo el cuerpo de Cristo, semana tras semana.

2. Confíe en la Palabra.

Pongamos esto en un nivel más profundo. No sólo predique la Palabra. Confíe en la Palabra.

Incluso cuando practica la exposición, su corazón puede sutilmente inclinarse en otras cosas para afectar a la congregación. Secretamente puede confiar en su sentido del humor, edad, erudición, antecedentes, estilo, tecnología o exhibiciones para que sean lo que realmente alcance a la gente.

Si pudiese retroceder en el tiempo y hablar conmigo mismo, me diría que deje de tratar de ser tan divertido. Todavía uso el sentido del humor hoy en día; simplemente es parte de mi personalidad. Pero ese sentido del humor sirve mejor al texto ahora. Dios, en gracia, ha estado ayudándome a vencer mi temor de hombre y mi profundo deseo de que le guste a la gente, y lo ha estado reemplazando con mayor confianza en el poder de Su Palabra para salvar a los pecadores y santificar a los santos.

3. Predique Sermones Pequeños

Algunas veces aconsejo a los jóvenes predicadores a que prediquen sermones más cortos, de 25 a 30 minutos como máximo. ¿Por qué? Para que puedan aprender a llegar al punto del texto.

Todos hemos escuchado predicadores que divagan. He sido uno de ellos. Los divagadores nos llevan por cuevas de conejos y serpentean de un pensamiento o versículo al siguiente, sin tener ninguna estructura o dirección clara. Si el pastor, de algún modo, basa sus divagaciones en el sermón en la Biblia, entonces la congregación puede recoger pepitas de oro, si es que ponen atención. Pero las personas pueden desviarse mientras cortésmente miran con atención.

Al predicar brevemente al principio puede disciplinarse para llegar a los puntos principales y no quedarse atascado o desviarse. Una vez que desarrolla la capacidad de comunicar claramente el mensaje del texto mismo, entonces lentamente comience a agregarle tiempo a sus sermones. Comencé predicando alrededor de 30 minutos y hoy predico cerca de los 45. Pero en el transcurso de los años he aprendido algunas de las habilidades retóricas necesarias para mantener más pegada a mí a la congregación en esa cantidad de tiempo.

Tenga cuidado de la falacia que dice que los sermones más extensos son sermones más fieles por definición. Algunas veces los sermones más largos simplemente son los más dolorosos.

4. Hable Como una Persona Normal

Entienda lo que dicen sus profesores de seminario, pero no hable como ellos. Hable como las personas en su iglesia. No haga que sus sermones sean opacos al usar la jerga teológica, bíblica e histórica que aprendió en las clases bíblicas.

No estoy peleando con la predicación que embrutece; estoy haciendo un llamado a la predicación comprensible. Definitivamente predique verdades teológicas que pesen. Pero por favor explíquelas. Si va a mencionar la eficacia de la expiación sustitutoria de Cristo, entonces explíquele a la gente qué significan cada una de estas palabras teológicas, y hágalo usando un lenguaje claro de las personas de a pie.

Para los seminaristas: piense en esto como una homilética encarnacional.

5. Trabaje en la Aplicación

Los sermones que vienen de pastores recién graduados pueden algunas veces ser largos en el comentario bíblico y cortos en aplicación. El seminario nos entrena para hacer exégesis del texto. ¿Pero cómo aprendemos a hacer la exégesis de nuestra gente y sus corazones? Me tomó tiempo resolver esto.

Trabaje duro en el arte de la aplicación. Pase tiempo durante la preparación del sermón pensando en las aplicaciones inherentes al texto mismo. Y también llegue a conocer a su gente. El amor es el secreto para una buena aplicación. Cuando se enamora de su rebaño y llega a conocerlos de la forma que un pastor conoce a sus ovejas, se formarán sus instintos de aplicación. No simplemente estará predicando un sermón bíblico, o haciendo aplicaciones bíblicas. Estará predicando y aplicando la Biblia a su gente.

6. Obtenga Respuesta

Nadie mejorará su predicación como la respuesta meditada. Es alentador escuchar semanalmente los cumplidos que dicen “¡Buen sermón el de hoy!” cuando se encuentra en el vestíbulo después del servicio de adoración. Pero también necesita la crítica cuidadosa y constructiva.

Si tiene otros predicadores hábiles dentro de su personal de la iglesia o entre sus ancianos, o miembros de la iglesia que no predican pero que son perspicaces, pídales que le hagan una crítica regular. Si es el único pastor, hágase amigo de otros pastores locales comprometidos con la predicación expositiva y evalúense. Mi compañerismo de pastores escucha y critica uno de los sermones del joven cada mes. La práctica es de utilidad para todos nosotros. No busqué una evaluación de mi predicación en mis primeros años. Si pudiese regresar en el tiempo, me animaría a ponerme en ese lugar.

7. Sea Paciente

Finalmente tenga paciencia consigo mismo. Dese permiso para crecer. No hay reemplazo para el tiempo en el púlpito en donde encuentra su voz, desarrolla sus habilidades y aprende de la experiencia a confiar en la Palabra y Espíritu de Dios. Si no es el pastor principal en su iglesia, entonces encuentre algún lugar de reunión para que predique y enseñe, puede ser un grupo de conversación con jóvenes, una clase de educación de adultos o incluso un servicio nocturno.

Agarre la visión más grande de su predicación. No se ahogue en la desesperación porque tosió una bola de pelo en su sermón. O dos o cinco. Sea humilde, vuelva a equiparse y trate de nuevo.

Todos los predicadores jóvenes (así como los viejos) deberían poner 1 Timoteo 4:13, 15 en su pared: “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza… Ocúpate en estas cosas;  permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.”

¿Entendió la última frase? Dios está llamando a los predicadores a mostrar aprovechamiento a nuestras congregaciones, no perfección. Definitivamente no he dominado la predicación, sea lo que signifique “dominar.” Pero por la gracia de Dios he mostrado aprovechamiento en los últimos 15 años en la lectura pública de la Escritura, predicación y enseñanza. Y por Su gracia usted también lo hará.


Jeramie Rinne es el pastor principal de la Iglesia Bautista South Shore en Hingham, Massachusetts.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Déjame decirte un gran secreto...

El Gran Secreto: en 8 pasos

Pablo escribió que aprendió el secreto de estar contento. Esto lo llama un secreto, porque es algo que muchas personas nunca llegan a aprender. También le llama así por la gran dificultad que tienen los no creyentes para entender lo que hace que los creyentes están felices, para ellos es como un enigma.

1.      Incluye estar perfectamente satisfechos en un sentido, y al mismo tiempo estar completamente insatisfechos en otro.

Los creyentes están felices porque saben que Dios está con ellos, pero están infelices si no sienten la presencia de Dios. También les hace infelices acordarse de que son pecadores, porque es el pecado lo que obstaculiza el disfrute de su comunión con Dios. Solamente en el cielo serán libres del pecado y disfrutarán de una comunión ininterrumpida con Dios. Mientras tanto, no pueden estar satisfechos con las cosas que los no creyentes prefieren. La experiencia del amor de Dios es para ellos más importante que cualquier cosa que este mundo puede ofrecerles. El salmista sintió algo parecido cuando escribió, “¿A quién tengo yo en los cielos? y fuera de Ti nada deseo en la tierra” (Salmos 73:25). La experiencia de ser amados por Dios ha guardado felices a los creyentes, aún en medio de los problemas más difíciles.

2.      Proviene no del hecho de obtener más, sino de desear menos.

El no creyente piensa que entre más tenga para disfrutar, tendrá más felicidad. Los cristianos saben que esto solo les hará felices momentáneamente. Los creyentes encuentran que lo que les hace realmente felices es cuando desean solamente las cosas que Dios ha escogido para ellos. Su felicidad no surge del tamaño de su saldo en el banco, sino más bien de su voluntad de estar satisfechos con lo que Dios les da. Una persona que posee muchas cosas pero que desea más, siempre será miserable. Una persona que posee pocas cosas pero que ya no desea más, siempre será feliz.

3.      No es dejar de preocuparse, sino preocuparse de algo diferente.

Supongamos que estamos infelices acerca de un problema que nos afecta. Nos estamos engañando a nosotros mismos si pensamos que todo lo que nos hace falta para ser felices es que el problema sea quitado. La cosa que realmente nos hace infelices es el pecado. Si fuéramos a preocuparnos más acerca de eso, nuestros otros problemas ya no parecerán tan grandes. Un pecado en particular que los creyentes son propensos a cometer es olvidarse que todo lo que tienen viene de Dios. Entonces, se olvidan de agradecerle y comienzan a echarle la culpa por las cosas que están sufriendo. Si se acordaran de que Dios siempre les trata mejor de lo que merecen, entonces sería más sencillo ser felices, aún en tiempos de dificultad.

4.      Los problemas no necesitan ser quitados de nosotros para ser felices.

A menudo Dios nos bendice mientras que estamos sufriendo. A veces resulta que un problema nos ayuda a triunfar sobre la naturaleza pecaminosa, y nos acercar más a Dios, y en esta forma el problema se convierte en una bendición.

5.      No se logra por desear más u obtener más, sino por hacer más.

El creyente se dice a sí mismo: “Dios está detrás de lo que me acontece, y es debido a El que ya no estoy tan feliz como lo estuve antes. Pero no debo quejarme, sino que debo buscar nuevas maneras de servir a Dios y encontrar felicidad en obedecerle”. Los creyentes siempre serán más felices sirviendo a Dios en la situación en que se encuentren, y no afanándose por las cosas que no tienen.

6.      Viene de aprender a aceptar la voluntad de Dios como lo mejor.

Cuando aprenden eso, ya no les preocupa el no obtener exactamente lo que quieren. Ahora son felices con lo que Dios quiere, amando lo que El ama y aborreciendo lo que El aborrece. Ahora dicen: “Dios me ha hecho sabio espiritualmente, me ha hecho santo, me ha enseñado a aceptar su voluntad como lo mejor. Porque Él está satisfecho y es glorificado por ello, estoy feliz.” La causa de la infelicidad de los creyentes es el pecado en sus vidas. Si pudiéramos acabar con los sentimientos pecaminosos y contrarios a la voluntad de Dios que conducen a la impiedad, seríamos más felices.

7.      No es el resultado de lo que poseemos, sino del tipo de persona que somos.

Este es el gran secreto de la felicidad. Ahora, aquellos que son felices en esta manera (felices de dentro porque son piadosos) encuentran que están contentos con cualquier cosa que Dios les envía. Los creyentes saben que todo lo que tienen es el don de Dios: la salud, el hogar, la comida, la ropa, los amigos, la familia, el empleo, las oportunidades y la sana diversión. Cada una de estas cosas son el don de Dios y una manifestación de su amor. Entonces, los creyentes están agradecidos y felices de recibirlas. Quizás tengan menos que algunos de los no creyentes, pero aprecian más lo que tienen porque saben que es mejor tener poco y ser hijo de Dios, que tener mucho y estar bajo su condenación. Aún más, los creyentes saben que cada manifestación de Dios que reciben es como si fuera un depósito o garantía de que en la vida venidera, Dios les dará todas las cosas buenas que les ha prometido. Todo lo que Dios les ha dado les hace felices, y sirve para recordarles que serán mucho más felices en el cielo. Los creyentes encuentran que cuando sufren reciben más consuelo pensando acerca del Señor Jesús, que lo que jamás recibirán quejándose.

8.      La máxima felicidad proviene del conocimiento de Dios.

Con el transcurso del tiempo, el creyente descubre en forma creciente que la fuente de felicidad verdadera es Dios mismo. En el cielo Dios será la única fuente de felicidad (Ap. 21:22-23). Aún aquí en la tierra podemos comenzar a disfrutar esta felicidad que se encuentra solo en Dios.



“El contentamiento cristiano, una joya rara” de Jeremiah Burroughs.