Una vida santa es
propensa a hacer más fácil cuando sabemos la secuencia y método de nuestras
responsabilidades con todas las cosas acomodándose en su lugar apropiado. Por
lo tanto, os daré algunas breves directrices para pasar el día de una manera
santa.
El
Dormir
Mide apropiadamente el
tiempo de tu sueño de manera que no malgastes tus preciosas horas de la mañana
de forma lenta y pesada en tu cama. Que el tiempo de tu sueño se corresponda con
tu salud y trabajo, y no con el placer perezoso.
Primeros
Pensamientos
Haz que Dios tenga tus
primeros pensamientos al despertarte; levantad vuestros corazones a Él de
manera reverente y con acción de gracias por el descanso disfrutado la noche
anterior y entregaos vosotros mismos a Él por el día que continúa.
Familiarízate de manera tan consistente con esto que tu conciencia pueda
inspeccionarte cuando los pensamientos comunes se entrometan de primeros.
Piensa en la misericordia del descanso de una noche y de cuántos han pasado esa
noche en el Infierno; cuántos en prisión; cuántos en alojamientos fríos y
duros; cuántos sufriendo de dolores y enfermedades agonizantes, cansados de sus
lechos y de sus vidas. Piensa en cuántas almas fueron llamadas de sus cuerpos
esa noche para aparecer aterrados ante Dios y, ¡piensa en cuán rápidamente
pasan los días y las noches! ¡Con cuánta rapidez se fue tu noche pasada y
vendrá tu día de mañana! Pon atención de aquello que le está faltando a tu alma
en preparación para tal tiempo y búscalo sin demora.
Oración
Que la oración que
haces a solas (o con tu cónyuge) tome lugar antes de la oración colectiva de la
familia. Si es posible que sea de primero, antes que cualquier trabajo del día.
Adoración
en Familia
Que la adoración en
familia se realice de manera consistente en un momento cuando sea más probable
para la familia el estar libre de interrupciones.
Propósito
último
Recuerda tu propósito
último, y cuando te dispongas para tu día de trabajo o emprendas cualquier
actividad en el mundo, que la SANTIDAD AL SEÑOR esté escrita en vuestros
corazones en todo lo que hagan. No hagas ninguna actividad sobre la cual no
puedas dar derechos a Dios, y di verdaderamente que Él te ha establecido en
ello, y no hagas nada en el mundo para ningún otro propósito último que no sea
agradar, glorificar y disfrutar de Él. “Hacedlo todo para la gloria de Dios.” –
1 Corintios 10:31.
Diligencia
en Vuestro Llamado
Dedícate a las tareas
de tu llamado de manera cuidadosa y diligente. De esta forma: Mostraréis que no
sois perezosos ni siervos de vuestra carne (como aquellos que no pueden negarla
con facilidad), y así fomentarás el poner a la muerte todos los deseos y
pasiones carnales que son alimentados por la facilidad y la holgazanería.
Mantendrás alejados los
pensamientos ociosos de tu mente, que pululan en las mentes de las personas
frívolas.
No perderás tiempo
precioso, algo de lo cual las personas frívolas son culpables diariamente.
Estarás camino de
obedecer a Dios mientras que los perezosos se encuentran en constantes pecados
de omisión.
Puedes tener más tiempo
para pasarlo en deberes santos si te dedicas a tu ocupación de manera
diligente. Las personas frívolas no tienen tiempo para la oración y la lectura
porque pierden tiempo vagando en su trabajo.
Puedes esperar la
bendición de Dios y su provisión confortable tanto para ti como para tu
familia.
Esto también puede
estimular la salud de tu cuerpo el cual incrementará su competencia para el
servicio de vuestra alma.
Las
Tentaciones y las Cosas que Corrompen
Mantente totalmente al
corriente de tus tentaciones y de las cosas que puedan corromperte – y
vigílalas durante todo el día. Debieses vigilar, de manera especial, las cosas
más peligrosas que corrompen, y aquellas tentaciones que tu compañía o negocio
inevitablemente pondrán ante ti.
Vigila los pecados
dominantes de la incredulidad: la hipocresía, el egoísmo, el orgullo, la
complacencia de la carne y el amor excesivo por las cosas terrenales. Ten
cuidado de ser arrastrado hacia la mentalidad mundana y a las preocupaciones
excesivas, o de planes codiciosos para descollar en el mundo, bajo la
pretensión de diligencia en tu llamado.
Si has hacer tratos o
comerciar con otros, sé vigilante en contra del egoísmo y todo lo que huela a
injusticia o falta de caridad. En todos tus tratos con otros, mantente
vigilante contra la tentación de la charla vacía y frívola. Vigila también a
aquellas personas que te tentarán a la ira. Mantén la modestia y la limpieza
del lenguaje que requieren las leyes de la pureza. Si conversas con aduladores,
mantente en guardia contra el orgullo hinchado. Si conversas con aquellos que
te desprecian y hieren, fortalécete en contra del orgullo vengativo e
impaciente.
Al principio estas
cosas serán muy difíciles, mientras el pecado tenga alguna fuerza en ti, pero
una vez que hayas alcanzado una conciencia continua del peligro venenoso de
cualquiera de estos pecados, tu corazón los evitará fácilmente y de buena gana.
Meditación
Cuando te encuentres
solo en tus ocupaciones, mejora el tiempo con meditaciones prácticas y
benéficas. Medita en la bondad y en las perfecciones infinitas de Dios; en
Cristo y la redención; en el Cielo y en cuán indigno eres de ir allí y cómo
mereces la miseria eterna en el Infierno.
El
Único Motivo
Cualquier cosa que
estés haciendo, acompañado o solo, hazlo todo para la gloria de Dios (1
Corintios 10:31). De otra forma, es algo inaceptable para Dios.
Redimiendo
el Tiempo
Asígnale un gran valor
a tu tiempo, sé más cuidadoso de no perderlo como lo eres de no perder tu
dinero. No dejes que las recreaciones sin valor, la televisión, la charla
frívola, la compañía poco provechosa, o el sueño, te roben tu precioso tiempo.
Sé más cuidadoso en
escapar de esa persona, acción o curso de vida que te robaría tu tiempo de lo
que serías en escapar de ladrones y asaltadores.
Asegúrate que no estés
meramente ocupado, sino más bien que estás usando tu tiempo en la manera más
provechosa que puedas y no prefieras un camino menos provechoso ante uno de
mayor provecho.
Comer
y Beber
Come y bebe con
moderación y agradecimiento por la salud, no por placer sin provecho. Nunca
complazcas tu apetito por la comida o la bebida cuando sea propensa a
perjudicar tu salud. Recuerda el pecado de Sodoma: “He aquí que esta fue la
maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de
ociosidad tuvieron ella y sus hijas” – Ezequiel 16:49.
El Apóstol Pablo
lloraba cuando mencionaba a aquellos “enemigos de la cruz de Cristo… el fin de
los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su
vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” – Filipenses 3:18-19. Porque si
vivís conforme a la carne, moriréis (Romanos 8:13).
Pecados
Predominantes
Si alguna tentación
prevalece en tu contra y caes en cualquier pecado además de las fallas
habituales, laméntalo inmediatamente y confiésalo a Dios; arrepiéntete
rápidamente cualquiera que sea el costo. Ciertamente que te costará más si
continúas en el pecado y permaneces sin arrepentirte.
No trates de manera
trivial tus fallas habituales, sino confiésalas y lucha contra ellas
diariamente, teniendo cuidado de no agravarlas por la falta de arrepentimiento
y el desprecio.
Relaciones
Acuérdate cada día de
las obligaciones especiales de las varias relaciones: sea como esposos,
esposas, hijos, jefes, siervos, pastores, magistrados, súbditos. Recuerda que
toda relación tiene su responsabilidad especial y su ventaja para hacer algún
bien. Dios requiere tu fidelidad en este asunto lo mismo que en cualquier otro
deber.
Cerrando
el Día
Antes de regresar a
dormir, es sabio y necesario revisar las acciones y bendiciones del día que ya
va pasando, para que podáis estar agradecidos por todas las misericordias
especiales y humildes por todos tus pecados.
Esto es necesario para
que puedas renovar tu arrepentimiento lo mismo que vuestra resolución de
obedecer, y para que podáis examinaros vosotros mismos para ver si vuestra alma
se hizo mejor o peor, si el pecado ha bajado y la gracia ha subido y si estáis
mejor preparados para el sufrimiento, la muerte y la eternidad.
Que estas directrices
puedan grabarse en tu mente y que se hagan la práctica diaria de tu vida.
Si te adhieres con
sinceridad a ellas, te conducirán a la santidad, la fructificación y la quietud
de tu vida y te añadirán una muerte confortable y pacífica.
- Richard Baxter
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