jueves, 5 de septiembre de 2013

7 Consejos para el Predicador Joven.

Uno de mis amigos enseña en un seminario local. Algunas veces me invita a hablarles a sus estudiantes desde la perspectiva de un pastor sobre la preparación del sermón, la predicación y el ministerio en la iglesia. En una exposición reciente uno de los estudiantes me preguntó, “Si pudiese retroceder en el tiempo y aconsejarse antes de empezar a predicar, ¿qué diría?”

Hasta ahora he predicado por más de 15 años. No sé si es tiempo suficiente para hacerme un predicador con autoridad para entrenar a novatos. Pero parece suficiente como para pensar en qué consejo me daría a mí mismo si pudiese retroceder en el tiempo.

Aquí propongo siete sugerencias para los nuevos predicadores basadas en la autor reflexión, así como en la observación de nuevos predicadores en la década y media pasada.



1. Predique la Palabra

Este primer consejo debería darse sin decirlo, pero probablemente significa que necesitamos decirlo muchas veces: predique la Palabra. Al principio de su ministerio comprométase a la predicación expositiva. ¿Qué es la predicación expositiva? Es cuando el predicador hace que el punto del texto sea el punto de su sermón, lo cual luego es aplicado a la congregación.

Mientras sorteaba preguntas de aquellos estudiantes de seminario, sentía que muchos estaban luchando con esta duda: “¿Realmente voy a pasar 10 o 15 horas cada semana usando mi entrenamiento de seminario para obtener el significado del texto?” Espero que lo hagan ellos y espero que usted también lo haga. Mientras más pastoreo, me sorprendo más con la firmeza que la predicación de la Palabra imparte una salud amplia y profunda a la congregación. Haga que la exposición regular sea el latido del corazón y la respiración que bombee el Espíritu dador de vida a todo el cuerpo de Cristo, semana tras semana.

2. Confíe en la Palabra.

Pongamos esto en un nivel más profundo. No sólo predique la Palabra. Confíe en la Palabra.

Incluso cuando practica la exposición, su corazón puede sutilmente inclinarse en otras cosas para afectar a la congregación. Secretamente puede confiar en su sentido del humor, edad, erudición, antecedentes, estilo, tecnología o exhibiciones para que sean lo que realmente alcance a la gente.

Si pudiese retroceder en el tiempo y hablar conmigo mismo, me diría que deje de tratar de ser tan divertido. Todavía uso el sentido del humor hoy en día; simplemente es parte de mi personalidad. Pero ese sentido del humor sirve mejor al texto ahora. Dios, en gracia, ha estado ayudándome a vencer mi temor de hombre y mi profundo deseo de que le guste a la gente, y lo ha estado reemplazando con mayor confianza en el poder de Su Palabra para salvar a los pecadores y santificar a los santos.

3. Predique Sermones Pequeños

Algunas veces aconsejo a los jóvenes predicadores a que prediquen sermones más cortos, de 25 a 30 minutos como máximo. ¿Por qué? Para que puedan aprender a llegar al punto del texto.

Todos hemos escuchado predicadores que divagan. He sido uno de ellos. Los divagadores nos llevan por cuevas de conejos y serpentean de un pensamiento o versículo al siguiente, sin tener ninguna estructura o dirección clara. Si el pastor, de algún modo, basa sus divagaciones en el sermón en la Biblia, entonces la congregación puede recoger pepitas de oro, si es que ponen atención. Pero las personas pueden desviarse mientras cortésmente miran con atención.

Al predicar brevemente al principio puede disciplinarse para llegar a los puntos principales y no quedarse atascado o desviarse. Una vez que desarrolla la capacidad de comunicar claramente el mensaje del texto mismo, entonces lentamente comience a agregarle tiempo a sus sermones. Comencé predicando alrededor de 30 minutos y hoy predico cerca de los 45. Pero en el transcurso de los años he aprendido algunas de las habilidades retóricas necesarias para mantener más pegada a mí a la congregación en esa cantidad de tiempo.

Tenga cuidado de la falacia que dice que los sermones más extensos son sermones más fieles por definición. Algunas veces los sermones más largos simplemente son los más dolorosos.

4. Hable Como una Persona Normal

Entienda lo que dicen sus profesores de seminario, pero no hable como ellos. Hable como las personas en su iglesia. No haga que sus sermones sean opacos al usar la jerga teológica, bíblica e histórica que aprendió en las clases bíblicas.

No estoy peleando con la predicación que embrutece; estoy haciendo un llamado a la predicación comprensible. Definitivamente predique verdades teológicas que pesen. Pero por favor explíquelas. Si va a mencionar la eficacia de la expiación sustitutoria de Cristo, entonces explíquele a la gente qué significan cada una de estas palabras teológicas, y hágalo usando un lenguaje claro de las personas de a pie.

Para los seminaristas: piense en esto como una homilética encarnacional.

5. Trabaje en la Aplicación

Los sermones que vienen de pastores recién graduados pueden algunas veces ser largos en el comentario bíblico y cortos en aplicación. El seminario nos entrena para hacer exégesis del texto. ¿Pero cómo aprendemos a hacer la exégesis de nuestra gente y sus corazones? Me tomó tiempo resolver esto.

Trabaje duro en el arte de la aplicación. Pase tiempo durante la preparación del sermón pensando en las aplicaciones inherentes al texto mismo. Y también llegue a conocer a su gente. El amor es el secreto para una buena aplicación. Cuando se enamora de su rebaño y llega a conocerlos de la forma que un pastor conoce a sus ovejas, se formarán sus instintos de aplicación. No simplemente estará predicando un sermón bíblico, o haciendo aplicaciones bíblicas. Estará predicando y aplicando la Biblia a su gente.

6. Obtenga Respuesta

Nadie mejorará su predicación como la respuesta meditada. Es alentador escuchar semanalmente los cumplidos que dicen “¡Buen sermón el de hoy!” cuando se encuentra en el vestíbulo después del servicio de adoración. Pero también necesita la crítica cuidadosa y constructiva.

Si tiene otros predicadores hábiles dentro de su personal de la iglesia o entre sus ancianos, o miembros de la iglesia que no predican pero que son perspicaces, pídales que le hagan una crítica regular. Si es el único pastor, hágase amigo de otros pastores locales comprometidos con la predicación expositiva y evalúense. Mi compañerismo de pastores escucha y critica uno de los sermones del joven cada mes. La práctica es de utilidad para todos nosotros. No busqué una evaluación de mi predicación en mis primeros años. Si pudiese regresar en el tiempo, me animaría a ponerme en ese lugar.

7. Sea Paciente

Finalmente tenga paciencia consigo mismo. Dese permiso para crecer. No hay reemplazo para el tiempo en el púlpito en donde encuentra su voz, desarrolla sus habilidades y aprende de la experiencia a confiar en la Palabra y Espíritu de Dios. Si no es el pastor principal en su iglesia, entonces encuentre algún lugar de reunión para que predique y enseñe, puede ser un grupo de conversación con jóvenes, una clase de educación de adultos o incluso un servicio nocturno.

Agarre la visión más grande de su predicación. No se ahogue en la desesperación porque tosió una bola de pelo en su sermón. O dos o cinco. Sea humilde, vuelva a equiparse y trate de nuevo.

Todos los predicadores jóvenes (así como los viejos) deberían poner 1 Timoteo 4:13, 15 en su pared: “Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza… Ocúpate en estas cosas;  permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.”

¿Entendió la última frase? Dios está llamando a los predicadores a mostrar aprovechamiento a nuestras congregaciones, no perfección. Definitivamente no he dominado la predicación, sea lo que signifique “dominar.” Pero por la gracia de Dios he mostrado aprovechamiento en los últimos 15 años en la lectura pública de la Escritura, predicación y enseñanza. Y por Su gracia usted también lo hará.


Jeramie Rinne es el pastor principal de la Iglesia Bautista South Shore en Hingham, Massachusetts.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario