sábado, 7 de diciembre de 2013

Un paso costoso

La mina de la Transigencia.

La transigencia, es una actitud que se desarrolla y fortalece con el descuido y el tiempo. Y Satanás siempre hallará la forma de usarla para su ventaja.

Primero, Satanás adquiere un punto de apoyo en la vida de la persona al tentarla a ceder a sus sugerencias implacables: “Una sola vez no hace daño; ¿No estás cansado  de estar solo?; ¿No quieres ser parte del grupo?; esta es la forma de hacerlo, relájate, tómalo con calma y deja libre tu corazón.” Satanás siempre tiene un objetivo que alcanzar: separarte del amor del Padre.

Cualquier cosa que le tiente a usted para abandonar lo que usted sabe que es correcto debe verse como mortal y peligrosa y debe evitarse a toda costa.

Mucha gente no hace esto y quedan enganchadas por el sutil y maligno señuelo del compromiso, que conduce al pecado. Como hijos de Dios, tenemos que aprender a cuidar nuestro corazón y mente de las trampas mortales del enemigo. Satanás nunca revela el poder destructivo del pecado hasta que usted ha mordido su anzuelo.

Usted podrá decir: “Un trago no hace mal a nadie.” Sí, siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Lleva al compromiso y debilita nuestra dedicación al Señor. Un paso dado en la dirección equivocada puede hacer más daño del que usted imagina.

Mire a David por ejemplo, lo que comenzó como un paseo inocente por la terraza terminó con un pecado de asesinato. La relación de David con Betsabé fue turbulenta debido al compromiso y al pecado que marcó sus vidas (2da de Samuel 11) 

El enemigo siempre busca un puto débil para entrar y lo encontró en David. La Biblia nos dice que cuando él debía estar peleando en plena batalla junto al ejército, se quedó “mejor” en Jerusalén y terminó transigiendo en cuanto a lo que él sabía que era correcto delante del Señor. Tuvo una aventura con Betsabé y después puso a su marido en un lugar de peligro para que lo mataran en batalla. Su primer hijo enfermó y murió. Su segundo hijo, Salomón, creció para llegar a ser rey.

Después de su coronación, David le planteó a Salomón un serio reto. Le sirvió como advertencia sobre el futuro:

“Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.” (1ª Reyes 2:3-4)

Al principio, Salomón quedó anonadado por la magnitud de las palabras de David y la responsabilidad que el Señor le había dado. Oró:

“Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir… Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” (1ª Reyes 3:7, 9)

La humildad caracterizó los años juveniles de Salomón. Sabía que el reto de su padre no podía ser asumido a la ligera. Por lo tanto, oró pidiendo una cosa: Sabiduría. E hizo muchas cosas para Dios como construir el templo a Dios. Pero más tarde, hubo un cambio en su corazón, se apartó de su devoción a Dios, pero no fue brusco este alejamiento, Salomón dejó entrar “pequeñas cosas” a su vida, él permitió la transigencia y fue su destrucción, detonó la letal mina en su campo de batalla. Esto que dejó entrar fue lo siguiente:

“Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén. Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba caballos y lienzos. Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria.” (1ª Reyes 10:26, 28, 29)

Dios le había dicho que no se asociara con otras naciones, pero Salomón no hizo caso al Señor en esta “pequeña cosa” y su vida comenzó a ir cuesta abajo.

Una pequeña desobediencia es una completa  y gran ofensa a Dios.

¿Por qué hacemos transigencias?

1.     Experimentamos duda y temor.

a.       La duda enturbia nuestro pensamiento, al paso que los pensamientos de temor nos impiden seguir adelante y confiar en Dios.
b.      Nos tienta a olvidar que pertenecemos a Jesucristo, que tiene un plan para nuestra vida que es perfecto.
c.       Puede que nosotros no conozcamos lo que tenemos por delante, pero Dios sí, y Él tiene el control por completo. (Isaías 40:26-29)
d.      Nada de lo que usted se enfrente será demasiado grande para que Dios lo maneje. No hay necesidad de temer, porque Él nunca duerme.

2.     Queremos evitar el conflicto.

a.       En vez de expresar lo que saben que es correcto, alguna gente trata de evitar el conflicto. “Yo no quiero herir los sentimientos de nadie.”
b.      Hay momentos en los que debemos intervenir, como también hay momentos en los que debemos estar callados.
c.       Si usted busca el consejo de Dios, él le mostrará lo que es correcto en relación on las circunstancias en que se encuentra.

3.     Tenemos una necesidad profunda de aceptación.

a.       Si en Realidad tiene necesidad de aceptación, sus convicciones serán puestas a prueba.
b.      La aceptación es una de las cosas por las cuales las personas hacen cosas que a Dios no le agradan ni están por ningún motivo en los planes perfectos de Dios.
c.       Pregúntese: “¿Quiero ser aceptado por el grupo que me puede querer hoy y aceptar, pero mañana no? ¿O voy a buscar agradar al Padre celestial en el cual estará conmigo por la eternidad?”
i.                    Nos sentimos abrumados por los amigos a tener que ser aceptados por ellos.
d.      La respuesta es sencilla. No hay mayor aceptación que la de Dios.

4.     Estamos cegados por el orgullo.

a.       El orgullo es una de las razones principales por las cuales cedemos a la transigencia.
b.      Las personas que están cegadas por el orgullo puede que ni siquiera se den cuenta que están transigiendo con los principios de Dios para sus vidas
c.       El orgullo nos aísla de Dios.

Salomón la transigencia empezó con un solo deseo: comprar caballos en Egipto. Pero su acción condujo a mucho más. Una vez que Satanás se afianzó en su vida, lo tentó a casarse con mujeres de naciones paganas, pronto la fe en Dios del rey se diluyó y ya no siguió más al Señor con sencillez de corazón.

a.       Su testimonio personal se diluye y sufre.- son los incrédulos los que primero se dan cuenta que estamos mal con Dios y es de tropiezo a ellos para conocerle.

b.      Su verdad se hace irrelevante.- la transigencia cambia en cómo miramos la verdad y comenzamos a aceptar cosas tales como el aborto, la homosexualidad, la mentira, la pornografía, el matrimonio, la fornicación, etc. (Santiago 4:1-4)

c.       Termina abandonando la Palabra de Dios.- Es el paso final al que busca llegar la transigencia. Y con eso nos deja completamente alejados de Dios y de Su voluntad para nuestra vida.

Usted puede decirle no a la transigencia.

1.      Pídale a Dios que reviva su amor por Él.

a.       Comience a leer la Palabra, ore, eso sanará espiritualmente a su alma y lo apartará de la transigencia.

2.      Comprométase a mantener su fe firme en Dios.

a.       Él todavía nos habla hoy, él habla a través de Su palabra, de pastores, de ministros que se han comprometido a no comprometer Su verdad, y a través de amigos piadosos.
b.      Eso le traerá libertad y gozo en conjunto al amor que solo Dios trae al corazón del que le busca de corazón sincero.

¿Qué haremos ahora? ¿Seguiremos siendo transigentes en “cosas pequeñas”? reconozcamos que eso nos lastimará profundamente en nuestra relación con Dios y nos llevará a la destrucción. Pero, estamos a tiempo de decir NO a este pecado. 

jueves, 5 de diciembre de 2013

La inseguridad

Imagine por un momento la escena en que Moisés está de pie ante la zarza ardiente. Está apabullado por el poder y la magnitud de la santidad de Dios mismo, él estaba en la presencia de Dios en ese momento de forma literal. Moisés, durante 40 años vivió una existencia humilde en Madián, con su familia, y recordemos que él estaba viviendo ahí por haber arrancado después de haber  matado a un egipcio que maltrataba a un eslavo hebreo.



Ahora estaba parado delante de Dios, recibiendo instrucciones de cómo iba a vivir por el resto de su vida, lo que debería demandar coraje y devoción porque tendría en sus hombros una gran labor: liberar a Israel de Egipto y guiar al pueblo a la tierra prometida. Por consiguiente, Moisés se enfrentaba a un cambio en su manera de vivir, cambiaría su estilo de vida y cómo la vería de ahí en adelante.

Quizás como nosotros, de inmediato Moisés se sintió inadecuado para la tarea. Vaciló lleno de dudas y buscó la forma de evadir el llamado. Y Moisés tenía razón: ¡No era el adecuado para la tarea! Pero ese hecho no cambio el plan de Dios para la vida de él.

Es por eso, que la mayoría de los retos de la vida requieren fe en un Dios infinito y omnipotente, sea cual sea la tarea.

Si estamos convencidos de que no tendremos éxito, no lo tendremos en definitiva. Pero, por otra parte, si confiamos en la soberanía y la fortaleza de Dios que obran en nuestra vida, lograremos triunfar.

¿Alguna vez se ha sentido que Dios le ha colocado en un puesto que usted no merece estar? Si vemos la vida de Moisés podemos denotar la inseguridad de cómo él responde a Dios: “¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.” (Éxodo 4:10)

La inseguridad no es una dificultad como los celos, la envidia o el orgullo. Puede que no parezca explosiva, pero lo es. Es poderosa y destructiva. Porque todo parece inestable y poco confiable.

Moisés no se imaginaba ir a la corte del Faraón con el mensaje de Dios y decir: “Deja ir a mi pueblo.”

Dios en su fidelidad, reafirmó a Moisés que estaría con él en cada paso del camino, y lo mismo se aplica a usted y a mí cuando estamos dentro de la voluntad de Dios. “Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.” (Éxodo 4:11-12)

Moisés no aceptó el trabajo sin condiciones, pero hubiese sido bueno que si lo hubiese hecho. Dios sabía que Moisés tendría dificultad, por eso Dios sugirió que Aarón fuese parte  vital de su plan. El resultado fue la obediencia. Aunque moisés no estaba seguro de que pudiese realizar el trabajo.

Dios conoce nuestras limitaciones incluso mejor que nosotros mismos. Y él nos pone situaciones para que nuestra fe crezca, cómo lo hizo en aquel entonces con Moisés.

Pablo nos dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10)  Usted puede pensar: “No puedo hacer nada bien.” Pero desde la perspectiva de Dios usted es una persona de una excelencia notable. Todo lo puede en Cristo (Filipenses 4:13). Moisés tuvo que aprender esta verdad.

¿Cómo dar los pasos correctos para evitar la inseguridad?

¿Se siente bien con usted mismo o es de aquellos que se dedican a autocriticarse? ¿Qué hay en ti que no te gusta? Quizás sea su apariencia, quizás tienes baja autoestima, quizás piensas que no eres capaz, o no mereces hacer aquello que te llamó Dios a hacer.

1.     Debemos creer en la capacidad y fidelidad de Dios

Necesita recordar que Satanás no se detendrá y quiere hacer crecer la inseguridad en usted.
¿Sabe por qué? Porque Satanás también sabe el potencial que usted puede tener si confía en Dios como Dios quiere que usted lo haga. Es por eso que quiere desalentarlo y desesperanzarlo. Es parte de sus tácticas bélicas en esta guerra espiritual.

Los pensamientos inseguros le pueden llevar a aislarse de los demás. El propósito de Satanás con la inseguridad es dejar que nos sintamos desilusionados, y más bien como fracasados que como vencedores, pero debemos recordar que somos “Más que vencedores por medio de Cristo.” (Romanos 8:37) Seremos más que vencedores al:

a.       Pedir a Dios que le ayude a mirar su vida desde la perspectiva de Él.
b.      Estar dispuesto a obedecerle y crecer en su conocimiento de Él y Sus caminos.
c.       Tratar de tener éxito desde el punto de vista de Dios y no según las normas del mundo: Porque si lo hacemos desde la perspectiva del mundo nos sumiremos en la inseguridad por:

i.                    Trazar metas irrealistas.
ii.                  Enfocarse en cosas superficiales como la imagen corporal.
iii.                Carecer de positivismo por parte de otros y de uno mismo.
iv.                Caer en la tentación de sentirse inadecuado.
v.                  Sentirse eclipsado por los logros de otros.

2.     Debemos confiar aun cuando parezca estar todo contra suyo.

Antes de eso debemos entrenar nuestro corazón y mente en el Señor, y no en las circunstancias en las cuales se halle ahora.  Dios utiliza nuestras circunstancias para moldearnos. Si Dios permite dificultades, usted debe saber que él está preparando algo maravilloso para su vida.

3.     Debemos estar dispuestos a esperar el tiempo de Él.

Cuando confiamos en Dios, no perderemos las bendiciones por no creer en Él. Cuando Dios habrá una puerta, entre por ella y confíe en que Él le va a ayudar a aprender, crecer y alcanzar los objetivos que le han puesto. Jesús le dijo a sus discípulos: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.” (Mateo 21:22) Esta es una promesa condicional, porque está basada en la fe, nuestra fe en que Dios responde a nuestras oraciones. Y eso se hace esperando el tiempo de Él.

Él no le dará nunca más de lo que pueda recibir, y si le da una oportunidad, también le dará poder para hacer el trabajo. Ni una sola vez le dejará pelear solo las batallas de la vida. Él es fiel y verdadero, y puede confiar en él a plenitud (Apocalipsis 19:11) Crea, porque, “Al que cree, todo le es posible.” (Mateo 9:23)
Los efectos de la inseguridad:
a.       Alta e relaciones duraderas.
b.      La percepción de ser orgulloso.
c.       Indecisión.
d.      Una actitud temerosa
e.       Un sentimiento latente de ira.
f.       El recuerdo de haber sido pasado por alto en promociones y honores
g.      Incapacidad de conocer a otros y establecer amistades
h.      Creer que el éxito se basa en la alabanza, la aprobación y la aceptación de los demás.
i.        El deseo de controlar cada conversación.

Thomas Edison falló más de mil veces en su intento de crear una lámpara incandescente, pero nunca se rindió. Piense en lo que hubiera ocurrido si hubiera dicho: “Las velas son bastante buenas.” Nunca hubiera alcanzado su meta seguramente.  Otro hubiera creado la lámpara incandescente y él hubiera perdido tremenda oportunidad. Pero él no se dio por vencido ni se rindió ante los pensamientos de inseguridad.

Si se rinde nunca usted sabrá cuán cerca estará del éxito. Una persona insegura puede pensar: “Dios no tiene ningún plan para mi vida. De ninguna manera se preocupará por mí.” Él sí se preocupa y también tiene un plan para su vida. (Jeremías 29:11).


Demos los pasos correctos para vencer la inseguridad.

1.      Pida a Dios que le muestre el problema de la inseguridad.
Será doloroso, pero esté dispuesto a abrir su corazón a Él y a confesar sus sentimientos de baja autoestima. “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmos 27:1)

2.      Luego reconozca sus sentimientos de inseguridad.
Dios ya sabe con exactitud lo que usted está sintiendo y tiene un plan para ayudarle a ver su vida de una forma diferente, desde Su perspectiva, que es una de esperanza y posibilidades. Pídale que Él le ayude a identificar sus inseguridades.

3.      Tome la decisión de vencer la inseguridad.
            Si nunca ha confiado en Cristo como su Salvador no podrá vencer la inseguridad. Puede trabajar duro para aminorar las consecuencias de esta mina, pero solo podrá vencerla mediante Cristo.

4.      Comprenda que resolver la inseguridad tiene que ver con la autoestima.
El concepto que tiene de usted mismo no es necesariamente la forma en que usted es. Demasiada gente se ve a sí misma desde un punto de vista negativo. Debemos asumir la perspectiva correcta.  La mejor forma de hacer esto sumergirse en la Palabra de Dios. Su Palabra es poderosa: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12)

5.      Concéntrese en las cualidades positivas.
Detenga el rumiar pensamientos negativos. Aunque las posibilidades estaban en su contra, David no vaciló en enfrentarse a Goliat.

6.      Pídale a Dios que le ayude a visualizar Su obra en la vida suya.

7.      Deje de compararse con otros.
Eso evitará también caer en la trampa de echarles la culpa a otros por sus fracasos. Debemos recordar que cuando apuntamos con un dedo, tres están apuntándonos a nosotros.

El mayor obstáculo para librarse de la inseguridad es vencer las dudas sobre la Palabra de Dios. El apóstol Pablo escribió: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:33-35, 37-39)

Recuerde siempre: “Somos más que vencedores.” No hay nada ni habrá nada más grande para Dios que no podrá resolver. Concentre su mete en ser la persona que Dios quiere que sea, y vea lo que sucede. Le puedo decir por experiencia que nada será igual. El salmista exclamó:

“Confía en Jehová, y haz el bien;
Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.
Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te concederá las peticiones de tu corazón.
Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él hará.
Exhibirá tu justicia como la luz,

Y tu derecho como el mediodía.” (Salmos 37:3-6)

martes, 3 de diciembre de 2013

La mina del Orgullo- Parte 2


Cómo desenmascarar un corazón orgulloso



De todos los pecados enumerados en la Palabra de Dios, el orgullo es el más destructivo. Otros pecados pueden reflejar una necesidad insatisfecha de nuestra vida, pero el orgullo es la raíz de la mayoría de nuestros pensamientos y acciones pecaminosas.

Lo cierto es que cuando uno está envuelto en orgullo, rara vez tiene en cuenta a Dios. Más bien, el corazón del orgulloso está determinado a realizar sus metas y deseos.


El orgullo grita: “No necesito a nadie ni a nada, en especial a Dios, porque puedo arreglármelas solo.” Nadie es autosuficiente. Nos necesitamos los unos a los otros. Dios nos creó de esa manera porque no quiere que vivamos aislados de otros y menos de Él mismo, en una comunión verdadera y piadosa.

En algunos casos de orgullo pueden enmascararse ciertas inseguridades de la persona. Sus inseguridades pueden decirle a usted que no necesita un buen servicio, una buena amistad, un buen acercamiento a Dios mismo. Eso le conducirá a usted, a pensar posterior mente que no es merecedor del trato que usted mismo buscó, eso concluirá con un circulo vicioso, y gatillando orgullo a grandes rasgos en su vida, ¿Comprende?

La única forma de terminar con el orgullo es admitir que hay un problema y que hay que hallarle solución.

  Para Satanás, el orgullo es su mina favorita. Y antes de lo que imaginamos, nos sentimos tentados a pensar: “mira lo que he logrado, mira cómo he hecho esto, qué bueno soy haciéndolo.”Cuando nuestros pensamientos siguen este esquema, cedemos ante este antiguo engaño: el orgullo.

El orgullo basado en los valores del mundo siempre engendra la competencia, que lleva a la división y la contienda. Puede que usted terminé siendo el número uno en alguna categoría ¡eso sería fantástico! Pero si usted, termina siendo segundo, tercero,  ultimo, ¿Seguirá sintiendo lo mismo, aun si usted se ha esforzado lo mejor que pudo? El orgullo le dirá que es un perdedor, pero Dios le dice: “Si lo hiciste para mi gloria, eres más que victorioso ante mis ojos.”

Busca hacer todo de la mejor forma posible de acuerdo a los caminos de Dios y sus principios que le dan un objetivo para su vida y antes de lo que imaginas, tu corazón comenzará a reflejar la bondad y humildad de Dios a los que le rodean y sabrás de verdad lo que significa el real éxito, el éxito piadoso.

El apóstol Pedro nos dice: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1ª Pedro 5:6) El tiempo es en extremo importante para Dios, el sabe cuando hemos superado el orgullo y estamos listos para recibir su bondad que tiene preparada para nosotros.

Cómo en lo que se refiere al orgullo, el rey Nabucodonozor, al igual que el rey Uzías, es un ejemplo sobresaliente. Desechó por completo las palabras de Dios y su advertencia (Daniel 4) El Señor le había hablado a través de su sueño y le predijo su inminente caída. El profeta Daniel le interpretó el sueño, si no “redimía” sus pecados y “hacía misericordia”, experimentaría una seria humillación (ver. 27) Pero él se aferró a su orgullo. Incluso dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (ver. 30)

Muchas veces cedemos al pecado y pensamos: “Eso no tuvo importancia.” Pero, el orgullo siempre traerá consecuencias.

¿Qué consecuencias tendrá el orgullo en mi vida?

Consecuente con  Su naturaleza, Dios le dio oportunidad al Rey Nabucodonozor para arrepentirse y apartarse el orgullo. El rey no estaba interesado en agradar a Dios, todo lo contrario, él estaba dedicado por completo a agradarse a sí mismo.

El rey Nabucodonozor se volvió más orgulloso cada día, hasta que su corazón se enfrió para las cosas de Dios. Al cabo de un año, Dios hizo exactamente lo que había dicho que haría:

a.       Permitió que el rey sufriera una bancarrota emocional
b.      Permitió que el rey sufriera una bancarrota mental

c.       Permitió que el rey sufriera una bancarrota física
Los resultados del orgullo que vemos en la vida de él fue:

1.     El orgullo impide nuestra Comunión con Dios.

Dios nos dice en su palabra que no podemos servir a dos señores. No podemos serle leales a Él y ser ego centristas y siervos de nosotros mismo. Solo hay una Persona que merece toda nuestra alabanza, y ese es Jesucristo.

Si usted está más interesado en vivir la vida a su manera que en agradar a Dios, entonces, está enredado en el orgullo y Dios tendrá que quitarlo.

2.     El orgullo conduce a la ruptura en las relaciones con los demás.

Nos impide amar y ocuparnos en los que están a nuestro alrededor. En vez de pensar en lo que `pueden hacer para ayudar y servir a los demás, los individuos orgullosos solo piensan en cómo pueden beneficiarse de una relación.

Es difícil estar cerca de alguien que siempre busca ser el centro de atención. Si usted quiere de veras eliminar el orgullo de su vida, pida a Dios que le muestre cómo puede servir a otra persona.

Quite el pensamiento de alabanza de usted mismo y póngalo en el Señor o incluso en alguien que le haya dado apoyo y aliento.

Desde la perspectiva de Dios, lo cierto es que nadie es mejor o más grande que alguien más, todos son iguales ante Dios y él no hace acepción de personas.  Todos estamos en la misma posición en el cielo.

3.     El orgullo bloquea las bendiciones de Dios y a menudo nos hace perder nuestra recompensa.

Imagínese toda la bondad que Dios tiene reservada para usted. Es más de lo que puede entender.
Dios nos dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33).

Si usted escoge seguir su propio camino con sus propias fuerzas, se perderá las bendiciones que Dios tiene para su disfrute.

Usted puede pensar: “pero debo lograr ese objetivo. Necesito ser el presidente o vicepresidente. Si no, soy un fracasado.” La verdad es que si se conecta con la voluntad de Dios para su vida, todos los éxitos que este mundo le puede ofrecer ni siquiera se acercarán al éxito que Dios tiene para usted.

Las bendiciones de Dios dan una sensación de realización y paz que nunca podrá alcanzar por su cuenta. Su llamamiento es para usted que sea fiel en lo que Él le ha encomendado.

4.      El orgullo disminuye la plenitud de las relaciones con Él.

El orgullo oscurece nuestro corazón a la luz de la verdad de Dios y nos impide experimentar el gozo y la esperanza que producen una vida libre por completo en Él.

El orgullo ata nuestros corazones a ambiciones y deseos mundanos, pero en realidad resultamos atados a las mentiras de Satanás y sus limitaciones terrenales, en especial si creemos en que debemos tener o ser más para ser felices.

Sin embargo, cuando entregamos con gozo nuestro derecho a vivir la vida según nuestros propios deseos  con tal de conocer a Cristo y hacer que otras personas le conozcan, la tendencia a ser orgullosos disminuye.

5.     El orgullo reduce nuestra efectividad como líderes.

Ya sea usted el líder de unas pocas personas, un líder en la Iglesia, de la Escuela dominical, de una organización grande, el orgullo le impedirá ser un líder efectivo. ¿Sabes por qué? La gente quiere seguir a alguien en quién puede confiar, pero los líderes orgullosos están centrados en lo que pueden obtener.

a.       El orgullo prepara las condiciones para errores tontos como hijos y como potenciales líderes ante este mundo perdido entre las tinieblas.
i.                    La persona orgullosa no buscará pedir consejo ni sabiduría de otras personas que nos pueden ayudar.
b.      También, el orgulloso rescinde de la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.
i.                    Cuando nos volvemos orgullosos, el discernimiento de Dios en nuestra vida se apagará.
c.       El orgullo engendrará la falta de oración en la persona.
d.      El orgullo hará poner énfasis en el ego más que en Dios.

Dios odia o detesta el orgullo, porque traslada la gloria de Él a nosotros, y no somos los que necesitamos ser honrados. ¿Está bien que digamos “gracias” por los premios y halagos que recibamos?  ¡Por supuesto que sí! Dios nos creó para que fuésemos exitosos y nos está entrenando para que reinemos un día con él. Pidámosle a Dios que nos dé un corazón humilde y agradecido. Busque oportunidades para alabarle y honrarle por las bondades y misericordias que le ha otorgado.

1.      Reconozca que el orgullo está destruyendo de a poco su vida.
2.      Pídale a Dios que le perdone por ser orgulloso.


La mina del orgullo es una de las armas más mortíferas de Satanás, la pregunta es, ¿serás tú un caído por el ataque de Satanás?