sábado, 7 de diciembre de 2013

Un paso costoso

La mina de la Transigencia.

La transigencia, es una actitud que se desarrolla y fortalece con el descuido y el tiempo. Y Satanás siempre hallará la forma de usarla para su ventaja.

Primero, Satanás adquiere un punto de apoyo en la vida de la persona al tentarla a ceder a sus sugerencias implacables: “Una sola vez no hace daño; ¿No estás cansado  de estar solo?; ¿No quieres ser parte del grupo?; esta es la forma de hacerlo, relájate, tómalo con calma y deja libre tu corazón.” Satanás siempre tiene un objetivo que alcanzar: separarte del amor del Padre.

Cualquier cosa que le tiente a usted para abandonar lo que usted sabe que es correcto debe verse como mortal y peligrosa y debe evitarse a toda costa.

Mucha gente no hace esto y quedan enganchadas por el sutil y maligno señuelo del compromiso, que conduce al pecado. Como hijos de Dios, tenemos que aprender a cuidar nuestro corazón y mente de las trampas mortales del enemigo. Satanás nunca revela el poder destructivo del pecado hasta que usted ha mordido su anzuelo.

Usted podrá decir: “Un trago no hace mal a nadie.” Sí, siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Lleva al compromiso y debilita nuestra dedicación al Señor. Un paso dado en la dirección equivocada puede hacer más daño del que usted imagina.

Mire a David por ejemplo, lo que comenzó como un paseo inocente por la terraza terminó con un pecado de asesinato. La relación de David con Betsabé fue turbulenta debido al compromiso y al pecado que marcó sus vidas (2da de Samuel 11) 

El enemigo siempre busca un puto débil para entrar y lo encontró en David. La Biblia nos dice que cuando él debía estar peleando en plena batalla junto al ejército, se quedó “mejor” en Jerusalén y terminó transigiendo en cuanto a lo que él sabía que era correcto delante del Señor. Tuvo una aventura con Betsabé y después puso a su marido en un lugar de peligro para que lo mataran en batalla. Su primer hijo enfermó y murió. Su segundo hijo, Salomón, creció para llegar a ser rey.

Después de su coronación, David le planteó a Salomón un serio reto. Le sirvió como advertencia sobre el futuro:

“Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.” (1ª Reyes 2:3-4)

Al principio, Salomón quedó anonadado por la magnitud de las palabras de David y la responsabilidad que el Señor le había dado. Oró:

“Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir… Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?” (1ª Reyes 3:7, 9)

La humildad caracterizó los años juveniles de Salomón. Sabía que el reto de su padre no podía ser asumido a la ligera. Por lo tanto, oró pidiendo una cosa: Sabiduría. E hizo muchas cosas para Dios como construir el templo a Dios. Pero más tarde, hubo un cambio en su corazón, se apartó de su devoción a Dios, pero no fue brusco este alejamiento, Salomón dejó entrar “pequeñas cosas” a su vida, él permitió la transigencia y fue su destrucción, detonó la letal mina en su campo de batalla. Esto que dejó entrar fue lo siguiente:

“Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén. Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba caballos y lienzos. Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria.” (1ª Reyes 10:26, 28, 29)

Dios le había dicho que no se asociara con otras naciones, pero Salomón no hizo caso al Señor en esta “pequeña cosa” y su vida comenzó a ir cuesta abajo.

Una pequeña desobediencia es una completa  y gran ofensa a Dios.

¿Por qué hacemos transigencias?

1.     Experimentamos duda y temor.

a.       La duda enturbia nuestro pensamiento, al paso que los pensamientos de temor nos impiden seguir adelante y confiar en Dios.
b.      Nos tienta a olvidar que pertenecemos a Jesucristo, que tiene un plan para nuestra vida que es perfecto.
c.       Puede que nosotros no conozcamos lo que tenemos por delante, pero Dios sí, y Él tiene el control por completo. (Isaías 40:26-29)
d.      Nada de lo que usted se enfrente será demasiado grande para que Dios lo maneje. No hay necesidad de temer, porque Él nunca duerme.

2.     Queremos evitar el conflicto.

a.       En vez de expresar lo que saben que es correcto, alguna gente trata de evitar el conflicto. “Yo no quiero herir los sentimientos de nadie.”
b.      Hay momentos en los que debemos intervenir, como también hay momentos en los que debemos estar callados.
c.       Si usted busca el consejo de Dios, él le mostrará lo que es correcto en relación on las circunstancias en que se encuentra.

3.     Tenemos una necesidad profunda de aceptación.

a.       Si en Realidad tiene necesidad de aceptación, sus convicciones serán puestas a prueba.
b.      La aceptación es una de las cosas por las cuales las personas hacen cosas que a Dios no le agradan ni están por ningún motivo en los planes perfectos de Dios.
c.       Pregúntese: “¿Quiero ser aceptado por el grupo que me puede querer hoy y aceptar, pero mañana no? ¿O voy a buscar agradar al Padre celestial en el cual estará conmigo por la eternidad?”
i.                    Nos sentimos abrumados por los amigos a tener que ser aceptados por ellos.
d.      La respuesta es sencilla. No hay mayor aceptación que la de Dios.

4.     Estamos cegados por el orgullo.

a.       El orgullo es una de las razones principales por las cuales cedemos a la transigencia.
b.      Las personas que están cegadas por el orgullo puede que ni siquiera se den cuenta que están transigiendo con los principios de Dios para sus vidas
c.       El orgullo nos aísla de Dios.

Salomón la transigencia empezó con un solo deseo: comprar caballos en Egipto. Pero su acción condujo a mucho más. Una vez que Satanás se afianzó en su vida, lo tentó a casarse con mujeres de naciones paganas, pronto la fe en Dios del rey se diluyó y ya no siguió más al Señor con sencillez de corazón.

a.       Su testimonio personal se diluye y sufre.- son los incrédulos los que primero se dan cuenta que estamos mal con Dios y es de tropiezo a ellos para conocerle.

b.      Su verdad se hace irrelevante.- la transigencia cambia en cómo miramos la verdad y comenzamos a aceptar cosas tales como el aborto, la homosexualidad, la mentira, la pornografía, el matrimonio, la fornicación, etc. (Santiago 4:1-4)

c.       Termina abandonando la Palabra de Dios.- Es el paso final al que busca llegar la transigencia. Y con eso nos deja completamente alejados de Dios y de Su voluntad para nuestra vida.

Usted puede decirle no a la transigencia.

1.      Pídale a Dios que reviva su amor por Él.

a.       Comience a leer la Palabra, ore, eso sanará espiritualmente a su alma y lo apartará de la transigencia.

2.      Comprométase a mantener su fe firme en Dios.

a.       Él todavía nos habla hoy, él habla a través de Su palabra, de pastores, de ministros que se han comprometido a no comprometer Su verdad, y a través de amigos piadosos.
b.      Eso le traerá libertad y gozo en conjunto al amor que solo Dios trae al corazón del que le busca de corazón sincero.

¿Qué haremos ahora? ¿Seguiremos siendo transigentes en “cosas pequeñas”? reconozcamos que eso nos lastimará profundamente en nuestra relación con Dios y nos llevará a la destrucción. Pero, estamos a tiempo de decir NO a este pecado. 

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