La mina de la
Transigencia.
La transigencia, es una actitud que se desarrolla y
fortalece con el descuido y el tiempo. Y Satanás siempre hallará la forma de usarla
para su ventaja.
Primero, Satanás adquiere un punto de apoyo en la
vida de la persona al tentarla a ceder a sus sugerencias implacables: “Una sola
vez no hace daño; ¿No estás cansado de
estar solo?; ¿No quieres ser parte del grupo?; esta es la forma de hacerlo,
relájate, tómalo con calma y deja libre tu corazón.” Satanás siempre tiene un
objetivo que alcanzar: separarte del amor del Padre.
Cualquier cosa que le tiente a usted para abandonar
lo que usted sabe que es correcto debe verse como mortal y peligrosa y debe
evitarse a toda costa.
Mucha gente no hace esto y quedan enganchadas por el
sutil y maligno señuelo del compromiso, que conduce al pecado. Como hijos de
Dios, tenemos que aprender a cuidar nuestro corazón y mente de las trampas
mortales del enemigo. Satanás nunca revela el poder destructivo
del pecado hasta que usted ha mordido su anzuelo.
Usted podrá decir: “Un trago no hace mal a nadie.”
Sí, siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Lleva al compromiso y debilita
nuestra dedicación al Señor. Un paso dado en la dirección equivocada
puede hacer más daño del que usted imagina.
Mire a David por ejemplo, lo que comenzó como un
paseo inocente por la terraza terminó con un pecado de asesinato. La relación
de David con Betsabé fue turbulenta debido al compromiso y al pecado que marcó
sus vidas (2da de Samuel 11)
El enemigo siempre busca un puto débil para entrar y
lo encontró en David. La Biblia nos dice que cuando él debía estar peleando en
plena batalla junto al ejército, se quedó “mejor” en Jerusalén y terminó
transigiendo en cuanto a lo que él sabía que era correcto delante del Señor.
Tuvo una aventura con Betsabé y después puso a su marido en un lugar de peligro
para que lo mataran en batalla. Su primer hijo enfermó y murió. Su segundo hijo,
Salomón, creció para llegar a ser rey.
Después de su coronación, David le planteó a Salomón
un serio reto. Le sirvió como advertencia sobre el futuro:
“Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en
sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus
testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que
prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas; para que
confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi
camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma,
jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.” (1ª Reyes 2:3-4)
Al principio, Salomón quedó anonadado por la
magnitud de las palabras de David y la responsabilidad que el Señor le había
dado. Oró:
“Ahora
pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de
David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir… Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar
a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá
gobernar este tu pueblo tan grande?” (1ª
Reyes 3:7, 9)
La humildad caracterizó los años juveniles de
Salomón. Sabía que el reto de su padre no podía ser asumido a la ligera. Por lo
tanto, oró pidiendo una cosa: Sabiduría. E hizo muchas cosas para Dios como
construir el templo a Dios. Pero más tarde, hubo un cambio en su corazón, se
apartó de su devoción a Dios, pero no fue brusco este alejamiento, Salomón dejó
entrar “pequeñas cosas” a su vida, él permitió la transigencia y fue su
destrucción, detonó la letal mina en su campo de batalla. Esto que dejó entrar
fue lo siguiente:
“Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y
tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las
ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén. Y traían de Egipto caballos
y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba
caballos y lienzos. Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas
de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de
ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria.” (1ª Reyes 10:26, 28, 29)
Dios le había dicho que no se asociara con otras
naciones, pero Salomón no hizo caso al Señor en esta “pequeña cosa” y su vida
comenzó a ir cuesta abajo.
Una pequeña desobediencia es una completa y gran ofensa a Dios.
¿Por qué hacemos
transigencias?
1.
Experimentamos duda y temor.
a.
La
duda enturbia nuestro pensamiento, al paso que los pensamientos de temor nos
impiden seguir adelante y confiar en Dios.
b.
Nos
tienta a olvidar que pertenecemos a Jesucristo, que tiene un plan para nuestra
vida que es perfecto.
c.
Puede
que nosotros no conozcamos lo que tenemos por delante, pero Dios sí, y Él tiene
el control por completo. (Isaías
40:26-29)
d.
Nada
de lo que usted se enfrente será demasiado grande para que Dios lo maneje. No
hay necesidad de temer, porque Él nunca duerme.
2.
Queremos evitar el conflicto.
a.
En
vez de expresar lo que saben que es correcto, alguna gente trata de evitar el
conflicto. “Yo no quiero herir los sentimientos de nadie.”
b.
Hay
momentos en los que debemos intervenir, como también hay momentos en los que
debemos estar callados.
c.
Si
usted busca el consejo de Dios, él le mostrará lo que es correcto en relación
on las circunstancias en que se encuentra.
3.
Tenemos una necesidad profunda de aceptación.
a.
Si
en Realidad tiene necesidad de aceptación, sus convicciones serán puestas a
prueba.
b.
La
aceptación es una de las cosas por las cuales las personas hacen cosas que a
Dios no le agradan ni están por ningún motivo en los planes perfectos de Dios.
c.
Pregúntese:
“¿Quiero ser aceptado por el grupo que me puede querer hoy y aceptar, pero
mañana no? ¿O voy a buscar agradar al Padre celestial en el cual estará conmigo
por la eternidad?”
i.
Nos
sentimos abrumados por los amigos a tener que ser aceptados por ellos.
d.
La
respuesta es sencilla. No hay mayor aceptación que la de Dios.
4.
Estamos cegados por el orgullo.
a.
El
orgullo es una de las razones principales por las cuales cedemos a la
transigencia.
b.
Las
personas que están cegadas por el orgullo puede que ni siquiera se den cuenta
que están transigiendo con los principios de Dios para sus vidas
c.
El
orgullo nos aísla de Dios.
Salomón la
transigencia empezó con un solo deseo: comprar caballos en Egipto. Pero su
acción condujo a mucho más. Una vez que Satanás se afianzó en su vida, lo tentó
a casarse con mujeres de naciones paganas, pronto la fe en Dios del rey se
diluyó y ya no siguió más al Señor con sencillez de corazón.
a.
Su testimonio personal se diluye y sufre.- son los incrédulos los que primero se dan cuenta
que estamos mal con Dios y es de tropiezo a ellos para conocerle.
b.
Su verdad se hace irrelevante.- la transigencia cambia en cómo miramos la verdad y
comenzamos a aceptar cosas tales como el aborto, la homosexualidad, la mentira,
la pornografía, el matrimonio, la fornicación, etc. (Santiago 4:1-4)
c.
Termina abandonando la Palabra de Dios.- Es el paso final al que busca llegar la
transigencia. Y con eso nos deja completamente alejados de Dios y de Su
voluntad para nuestra vida.
Usted puede
decirle no a la transigencia.
1.
Pídale a Dios que reviva su amor por Él.
a.
Comience
a leer la Palabra, ore, eso sanará espiritualmente a su alma y lo apartará de
la transigencia.
2.
Comprométase a mantener su fe firme en Dios.
a.
Él
todavía nos habla hoy, él habla a través de Su palabra, de pastores, de
ministros que se han comprometido a no comprometer Su verdad, y a través de
amigos piadosos.
b.
Eso
le traerá libertad y gozo en conjunto al amor que solo Dios trae al corazón del
que le busca de corazón sincero.
¿Qué haremos ahora? ¿Seguiremos siendo transigentes
en “cosas pequeñas”? reconozcamos que eso nos lastimará profundamente en
nuestra relación con Dios y nos llevará a la destrucción. Pero, estamos a
tiempo de decir NO a este pecado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario