lunes, 18 de noviembre de 2013

Lo más destructivo que puede haber dentro de ti.

La mina del Orgullo.


El orgullo cuando comienza a levantarse  impide llegar a ser todo lo que Dios quiere que seamos, pues nos ciega a sus caminos. Nos tienta a creer que sabemos más que Él. Si no se pone freno, el orgullo alterará nuestra actitud hacía Dios y hacia la ruta que Él ha escogido para nosotros. De todas las luchas que analizaremos en la siguiente serie, el orgullo sin duda alguna es la que tiene los resultados más devastadores. Muchos de nuestros problemas se deben al efecto del orgullo en nuestra vida, pero demasiadas personas no logran entender eso. Se sienten orgullosos de las cosas buenas que Dios les ha dado: familia, hijos, iglesia, pastores, instrucción, barrio, artículos de moda, etc.

Dios es bien claro, él odia el orgullo. Está dentro de la lista que él aborrece: “…La soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco.” (Proverbios 8:13b). Otras versiones lo traducen como: “Yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso.”

Cada mañana el enemigo siembra sus minas en nuestra vida. Si no somos cuidadosos seremos victimas en esta batalla, esta guerra espiritual.

“(Hoy) de alguna manera, es el ego, y no Dios, el que rige en el Lugar Santísimo…La autosuficiencia, de alguna forma malvada, ha infamado y violado el templo que debería mantenerse sagrado para Dios.”-  (M. Bounds, Power Through prayer).

No importa cuánto nos esforcemos por encubrirlo, excusarlo o justificarlo, el orgullo produce siempre el mismo resultado: arrogancia y rebelión contra Dios.

Usted podría preguntar: “¿Acaso no es bueno estar orgulloso de mi capacidad? Después de todo, tengo talentos y soy listo. ¿Qué podría haber de malo en sentir un poco de orgullo por los talentos que Dios me ha dado?” No hay nada de malo en tener una sensación de orgullo al hacer las cosas bien. Dios nos da talentos y capacidades para usarlas para Su gloria y Honra, y quiere que lo hagamos de la mejor manera posible. Cuando lo hacemos, lo honramos a Él y a Su vida que está dentro de nosotros. Sin embargo, muchas personas no honran a Dios con su actitud, ni están cerca de hacerlo, nos apartamos de Dios, y Satanás gana la batalla.

¿Cómo descubrir la mina del orgullo?

El orgullo nos tienta a creer que somos mejores que otras personas, y cuando lo hacemos incluso podemos poner en juego la obediencia que deberíamos tener a Dios al cumplir con lo que se nos fue encomendado.

Para ilustrarlo les contaré una historia:

"Dios llamó a un joven al campo misionero. Desde el inicio, una prueba tras otra lo asedió. Y siempre, según él, el problema tenía que ver con los líderes de su agencia misionera. De manera sorprendente, él se negaba a reconocer que era parte del problema; siempre era la culpa de otra persona para este chico. Este joven comenzó a decirle a los demás que tenía más autoridad por sobre él, no podrían hacer el trabajo mejor de lo que él podía hacerlo. Pronto comenzó a sentirse obsesionado con el hecho de que le reconocieran su trabajo, pero nadie parecía estar dispuesto a reconocerle, era demasiado orgulloso, y aunque todos se daban cuenta de eso, el joven no. Poco tiempo después el joven se desalentó, se resintió, y desilusionado abandonó el campo misionero.”

Ø  1er Paso- El joven dio el primer paso a su derrota en la batalla cuando no se sometió a la autoridad puesta sobre él. De manera equivocada creyó él que podría o sabía más que la autoridad que Dios había puesto sobre él, sobre su vida.- Así fue cómo Satanás cayó, por el orgullo de creer que era más sabio que Dios.

Ø  2do Paso- Fue cuando se le confrontó acerca de sus acciones y se mantuvo firme, creyendo que tenía la razón y que todos los demás estaban equivocados. El orgullo nunca, escuche bien, nunca admite sus errores. En vez de eso, la persona orgullosa sigue adelante, buscando a ciegas la auto gratificación.

Debemos entender que Dios usa nuestras circunstancias para moldearnos y formarnos, de modo que seamos un reflejo de su amor hacia los demás. Podemos creer que somos más sabio que otros, pero al fin y al cabo, Dios usa a cualquier persona, como pescadores ignorantes para su gloria. Dios utiliza cualquier situación, cualquier persona, de cualquier modo solo para que reconozcamos que él es Dios. Debemos tener la perspectiva correcta cuando nos alistamos para servirle, y para eso, siempre, escuche bien, siempre es necesario un corazón contrito y humilde.

El orgullo siempre hace un énfasis exagerado en el ego. Nuestro corazón debe estar centrado en Dios y no en nosotros mismos.

El orgullo desde la perspectiva de Dios.

Muchas veces se cae en el orgullo por la propia incapacidad de lidiar con las riquezas, posición, bendición, habilidad o talento que Dios le ha dado.

Uzías es un ejemplo perfecto de aquello. Cuando tenía 16 años llegó a ser rey de Judá. La Biblia nos menciona que reinó por 52 años en Jerusalén, durante ese tiempo “…Hizo lo recto ante los ojos de Jehová… Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en todos los días buscó a Jehová, él le prosperó” (2ª Crónicas 26:4,5)  En otras traducciones nos hacen notar un peligroso “Sin embargo” estuvo en su vida. Esta fue una mina oculta que permaneció por años en su vida, y cuando el rey se acercó, esta mina estalló.

Dios fue el que ayudó a este joven rey a realizar grandes proezas y victorias:

o   Le dio sabiduría para dirigir el ejército de Judá contra los filisteos, los amonitas, árabes.
o   Dios le dio la victoria vez tras vez en el campo de batalla.
o   Edificó torres en el desierto
o   Fortifico la ciudad de Jerusalén.
o   Su ejército constaba de 307.500 hombres de elite. (2ª Crónicas 26:13,15)

Sin duda las cosas buenas que la gente le dijo le volvió orgulloso a la larga, y es un peligro en el cual podemos caer nosotros también. “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría.” (Proverbios 11:2)

      Cuando nos volvemos orgullosos dejamos de depender de Dios cómo lo hizo el rey. (2ª Crónicas 26:16) Miren lo que hizo: Sacrificó incienso, pero, ¿Qué tiene de malo? Todo, eso no le correspondía hacerlo a él, le correspondía solo al sacerdote, por ese mismo pecado cayó el rey Saúl. (1ª Samuel 13:8-14), quizás no estamos teniendo estas actitudes abiertamente de soberbia, pero sin duda en el corazón de cada uno de nosotros está ocurriendo esto en lo interior.

Podemos obedecer o rechazar los principios de la Palabra, pero siempre un corazón orgulloso nos alentará a alejarnos de la dependencia de Dios y depender de nuestra propia línea de pensamiento.

¿Seremos victimas del orgullo?

Vamos a proverbios, Salomón escribió: “La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.” (Proverbios 29:23); “Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes Que repartir despojos con los soberbios.” (Proverbios 16:18-19)

En lugar de arrodillarse y orar para que Dios nos llene de Su sabiduría para nuestras circunstancias, simplemente seguimos adelante, creyendo que sabemos lo que nos viene. Podemos creer que no necesitamos de nadie que nos ayude. Quizás como el rey Uzías, ni siquiera nos detenemos a pensar en las consecuencias de nuestras actitudes. Es allí donde pisamos la mina de Satanás.

Una persona es víctima del orgullo por varias razones:

1.      Egocentrismo
2.      Un sentido de inferioridad
3.      Inmadurez e incapacidad de desempeñar las responsabilidades.
4.      Incapacidad de manejar la riqueza, la posición y los dones que Dios le ha dado.

La razón es sencilla: nos aísla de Dios. Impide que seamos personas con el corazón dedicado solo a Él. Esa es la razón por la que Dios odia tanto este pecado; porque sabe que es una piedra de tropiezo y, si no se le pone freno, traerá la destrucción a nuestra vida. Pero más que eso, el orgullo exalta al ego y no a Dios. En vez de recibir Dios la gloria por nuestras vidas, buscamos alabanza y gloria para nosotros mismos.


¿Qué harás? ¿Seguirás aislándote de Él? ¿Seguirás creyendo que sabes más que él? O, ¿Dejarás que él te use y te diga qué es lo que debes hacer y cómo lo debes hacer? No pierdas este hermoso beneficio, la voluntad de Dios siempre es agradable y perfecta, deja que Él haga Su voluntad en ti, te animo e invito a que dejes tu orgullo y reconozcas que necesitas de él. 

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