La mina de la desilusión.
David podía recordar la sensación de asombro que
llenó su corazón después que el profeta Samuel lo ungiera como rey de Israel (1ª Samuel 16:13) Unos pocos años más
tarde, sin embargo, no había asumido aun su puesto como rey. De hecho, desde la
perspectiva humana, parecía que estaba más lejos de esa meta que cuando se
encontró con Samuel. Estoy seguro de que hubo momentos en que se preguntó: Si
soy el rey ungido, ¿qué hago escondido en una cueva? ¿Se ha olvidado Dios de
mí? ¿Por qué espera tanto tiempo para cumplir lo que me prometió?
Todos conocemos realmente cómo al final tuvo que
arrancar David del rey Saúl por la envidia de este último. Saúl sabía que David
iba a reinar u día sobre Israel y estaba decidido a impedir que aquello tuviera
lugar. Dios usó los celos desaforados de Saúl para obligar a David a esperar
hasta que estuviera listo para ser rey.
Recordemos cómo cada uno de nosotros levantó su voz
a Dios implorando: “¿Por qué tengo que esperar?, Dios no quiero esperar, yo
quiero eso ahora”
David, sin embargo, oraba:
“Ten misericordia de mí,
oh Dios, ten misericordia de mí;
Porque en ti ha confiado
mi alma,
Y en la sombra de tus alas
me ampararé
Hasta que pasen los
quebrantos.” (Salmo 57:1)
Estaba aprendiendo a vivir más allá de la
desilusión, algo que practicaría por años antes de ascender al trono de Israel.
David sabía que su supervivencia y su futuro dependían de una cosa: La
fidelidad de Dios.
“Si dijere: Ciertamente
las tinieblas me encubrirán;
Aun la noche resplandecerá
alrededor de mí.
Aun las tinieblas no
encubren de ti,
Y la noche resplandece
como el día;
Lo mismo te son las
tinieblas que la luz.” (Salmo 139:11-12)
Aunque David no sabía el futuro, se daba cuenta de
que conocía a uno que sí lo sabía. Todo lo que nos acerca a Dios es bueno para
nosotros. La desilusión, la aflicción y la pena están incluidas aquí.
Aprendiendo
a responder de la manera correcta.
¿Qué haces cuando la desilusión viene a tu vida? El
Salmista se volvió a Dios:
“Como el ciervo brama por
las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios,
el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me
presentaré delante de Dios?
Fueron mis lágrimas mi pan
de día y de noche,
Mientras me dicen todos
los días: ¿Dónde está tu Dios?
Me acuerdo de estas cosas,
y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la
multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y
de alabanza del pueblo en fiesta.
¿Por qué te abates, oh
alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún
he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.”
(Salmo 42:1-5)
Cada uno de nosotros pasará por momentos en que se
sentirá desalentado y descorazonado. Muchos querrán abandonar, rendirse y
alejarse, pero como creyentes no debemos nunca ceder a estos sentimientos.
Una sabía advertencia que te doy es: Cuando llegue
la desilusión, no se rinda ni ceda a los pensamientos de desaliento. Uno nunca
sabe lo que Dios tiene en espera para usted y para mí.
En
medio de un tiempo oscuro de su vida, David oraba: “Aunque ande en valle de
sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4) El señor le contestó a sus
discípulos que volvería a ellos, que nunca estarían solos (Juan 14:1-3, 18) Dios nunca
nos abandonará y él siempre terminará la obra que inició en nosotros (Filipenses 1:6)
Debemos
entender que la desilusión es una respuesta emocional a una expectativa fallida
o a algún deseo que tenemos. Generalmente viene cuando tu corazón se
vuelve pesado y triste producto de alejarte de Dios. Nuestra respuesta a Eso
debe ser el Salmo 42:1. Anhelando al Señor e incluso en esa lucha de desilusión
como lo dice el versículo 5 del salmo.
Viene la falta de oración; le sigue a volverse
iracundos o depresivos, terminando ofendiendo y desilusionando a otros y el
círculo comienza a crecer.
Esas
desilusiones se deben a dos cosas:
a.
Áreas débiles: Pueden incluir chisme, la falta de perdón, la ira, la amargura o
deseos lujuriosos.
b.
Metas no realistas: si nos colocamos metas que no son saludables, es imposible que
vivamos en victoria sobre este pecado.
¿Cómo podemos
manejar la desilusión?
1. La desilusión
es parte de la vida.
a.
Por mucho que
quiera aislarse del sufrimiento de cualquier tipo, no podrá. Las desilusiones
van a llegar.
b.
Necesitas
mantenerte firme en tu fe.
c.
¿Le ha fallado
Dios alguna vez? ¡Nunca!
d.
Algunas veces
Dios permite eso en nuestras vidas para que nos acerquemos a Él. (Santiago 4:8)
e. También les exhortó a tener sumo gozo en esos
problemas (Santiago 1:2-4)
f. Su alegría no está basada en nada de este mundo,
solo en Dios, porque:
i.
Él es fiel.
ii.
Él le ama con
amor eterno.
iii.
Él está
cercano a cualquiera que en él cree.
iv.
Él proveerá
una salida para cualquier dificultad.
v.
Él lleva sus
cargas.
2. Tenga
esperanza, porque la esperanza es contagiosa.
a.
Piense en
personas en nuestras situaciones de desilusión.
b.
Cuando les
alentemos, no solo nos alentará también a nosotros, sino que también traerá
bendición a nuestras vidas.
c.
Debemos estar
atentos a ofrecer una esperanza que no avergüenza (Romanos 5:5)
d.
La esperanza y
la desilusión no pueden co-existir (Salmo
42:11)
e.
Tu contagias
lo que eres:
i.
Si eres
esperanzador, contagiarás esperanza.
ii.
Si vives
desilusionado, solo contagiarás desilusión a otros.
3.
Reconozca que las desilusiones se pueden superar.
a.
Cuando
sobreviene la adversidad, usted tiene una alternativa. Puede decir: “un
momento, ¿yo elegí estar deprimido o la depresión me escogió a mi?”
b.
Pablo nos
alienta a tener confianza con este recordatorio:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.” (Romanos 8:35,37-39)
Usted puede desactivar la mina de la desilusión, si
confiesa la verdad de Dios. Vuélvase a Su palabra y estudie Su fidelidad,
atributos y promesas para usted. Ore, Él siempre escuchará cuando usted le ora,
e irá en ayuda suya de la misma forma en que lo hizo Dios con David en cada día
de su vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario