miércoles, 1 de enero de 2014

¿Te han desilusionado?

La mina de la desilusión.

David podía recordar la sensación de asombro que llenó su corazón después que el profeta Samuel lo ungiera como rey de Israel (1ª Samuel 16:13) Unos pocos años más tarde, sin embargo, no había asumido aun su puesto como rey. De hecho, desde la perspectiva humana, parecía que estaba más lejos de esa meta que cuando se encontró con Samuel. Estoy seguro de que hubo momentos en que se preguntó: Si soy el rey ungido, ¿qué hago escondido en una cueva? ¿Se ha olvidado Dios de mí? ¿Por qué espera tanto tiempo para cumplir lo que me prometió?

Todos conocemos realmente cómo al final tuvo que arrancar David del rey Saúl por la envidia de este último. Saúl sabía que David iba a reinar u día sobre Israel y estaba decidido a impedir que aquello tuviera lugar. Dios usó los celos desaforados de Saúl para obligar a David a esperar hasta que estuviera listo para ser rey.

Recordemos cómo cada uno de nosotros levantó su voz a Dios implorando: “¿Por qué tengo que esperar?, Dios no quiero esperar, yo quiero eso ahora”

David, sin embargo, oraba:

“Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí;
Porque en ti ha confiado mi alma,
Y en la sombra de tus alas me ampararé
Hasta que pasen los quebrantos.” (Salmo 57:1)

Estaba aprendiendo a vivir más allá de la desilusión, algo que practicaría por años antes de ascender al trono de Israel. David sabía que su supervivencia y su futuro dependían de una cosa: La fidelidad de Dios.
“Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;
Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Aun las tinieblas no encubren de ti,
Y la noche resplandece como el día;
Lo mismo te son las tinieblas que la luz.” (Salmo 139:11-12)

Aunque David no sabía el futuro, se daba cuenta de que conocía a uno que sí lo sabía. Todo lo que nos acerca a Dios es bueno para nosotros. La desilusión, la aflicción y la pena están incluidas aquí.

Aprendiendo a responder de la manera correcta.

¿Qué haces cuando la desilusión viene a tu vida? El Salmista se volvió a Dios:

“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.” (Salmo 42:1-5)

Cada uno de nosotros pasará por momentos en que se sentirá desalentado y descorazonado. Muchos querrán abandonar, rendirse y alejarse, pero como creyentes no debemos nunca ceder a estos sentimientos.

Una sabía advertencia que te doy es: Cuando llegue la desilusión, no se rinda ni ceda a los pensamientos de desaliento. Uno nunca sabe lo que Dios tiene en espera para usted y para mí.
         
          En medio de un tiempo oscuro de su vida, David oraba: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4) El señor le contestó a sus discípulos que volvería a ellos, que nunca estarían solos (Juan 14:1-3, 18)  Dios nunca nos abandonará y él siempre terminará la obra que inició en nosotros (Filipenses 1:6)
            
          Debemos entender que la desilusión es una respuesta emocional a una expectativa fallida o a algún deseo que tenemos. Generalmente viene cuando tu corazón se vuelve pesado y triste producto de alejarte de Dios. Nuestra respuesta a Eso debe ser el Salmo 42:1. Anhelando al Señor e incluso en esa lucha de desilusión como lo dice el versículo 5 del salmo.

Viene la falta de oración; le sigue a volverse iracundos o depresivos, terminando ofendiendo y desilusionando a otros y el círculo comienza a crecer.
          
           Esas desilusiones se deben a dos cosas:

a.       Áreas débiles: Pueden incluir chisme, la falta de perdón, la ira, la amargura o deseos lujuriosos.
b.      Metas no realistas: si nos colocamos metas que no son saludables, es imposible que vivamos en victoria sobre este pecado.

¿Cómo podemos manejar la desilusión?

1.      La desilusión es parte de la vida.
a.       Por mucho que quiera aislarse del sufrimiento de cualquier tipo, no podrá. Las desilusiones van a llegar.
b.      Necesitas mantenerte firme en tu fe.
c.       ¿Le ha fallado Dios alguna vez? ¡Nunca!
d.      Algunas veces Dios permite eso en nuestras vidas para que nos acerquemos a Él. (Santiago 4:8)
e.       También les exhortó a tener sumo gozo en esos problemas (Santiago 1:2-4)
f.       Su alegría no está basada en nada de este mundo, solo en Dios, porque:
i.                    Él es fiel.
ii.                  Él le ama con amor eterno.
iii.                Él está cercano a cualquiera que en él cree.
iv.                Él proveerá una salida para cualquier dificultad.
v.                  Él lleva sus cargas.

2.      Tenga esperanza, porque la esperanza es contagiosa.
a.       Piense en personas en nuestras situaciones de desilusión.
b.      Cuando les alentemos, no solo nos alentará también a nosotros, sino que también traerá bendición a nuestras vidas.
c.       Debemos estar atentos a ofrecer una esperanza que no avergüenza (Romanos 5:5)
d.      La esperanza y la desilusión no pueden co-existir (Salmo 42:11)
e.       Tu contagias lo que eres:
i.                    Si eres esperanzador, contagiarás esperanza.
ii.                  Si vives desilusionado, solo contagiarás desilusión a otros.

3.      Reconozca que las desilusiones se pueden superar.
a.       Cuando sobreviene la adversidad, usted tiene una alternativa. Puede decir: “un momento, ¿yo elegí estar deprimido o la depresión me escogió a mi?”
b.      Pablo nos alienta a tener confianza con este recordatorio:

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,  ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:35,37-39)

Usted puede desactivar la mina de la desilusión, si confiesa la verdad de Dios. Vuélvase a Su palabra y estudie Su fidelidad, atributos y promesas para usted. Ore, Él siempre escuchará cuando usted le ora, e irá en ayuda suya de la misma forma en que lo hizo Dios con David en cada día de su vida.


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