viernes, 30 de agosto de 2013

Quejarse es tonto, equivocado y grave.


Quejarse siempre es tonto y equivocado, pero hay algunas situaciones en que es particularmente grave:

1.         Quejarse es particularmente serio cuando hemos sido grandemente bendecidos
Por ejemplo, si hay problemas en la vida de nuestra iglesia, somos tentados a quejarnos de ello y a olvidarnos de que tan agradecidos debiéramos estar por la libertad de evangelizar y adorar que tenemos. En algunos países, los creyentes viven en medio del miedo a perder su libertad y aún sus vidas, porque pertenecen a Cristo. Cuando Dios es bueno para con otra iglesia, somos tentados a envidiarlos, a quejarnos y a olvidarnos de cuán agradecidos debiéramos estar porque Dios les ha bendecido a ellos y a nosotros, aunque en diferentes maneras. Quizás, nosotros seamos los próximos en ser bendecidos. Si Dios les puede bendecir a ellos, nos puede bendecir a nosotros también. Por ejemplo, cuando Dios está bendiciendo a nuestra iglesia en una forma especial pero nosotros estamos experimentando problemas personales, somos tentados a olvidarnos de ser agradecidos por lo que Dios está haciendo y a quejarnos por causa de nuestras dificultades personales. Siempre debiéramos ser capaces de regocijarnos cuando Dios es bueno para con su iglesia.

2.         Quejarnos es particularmente serio cuando lo hacemos con respecto a cosas triviales
Sería tonto que una madre se quejara porque su niño, feliz y saludable, tiene un lunar en la cara. De igual forma, es tonto que los creyentes se quejen por cosas triviales.

3.         Quejarse es particularmente serio cuando es hecho por aquellos con los cuales Dios ha sido especialmente bondadoso
Si a un viajero se le brinda hospitalidad gratuitamente y aun así se queja de ello, es un mal educado e ingrato. Los creyentes son sólo viajeros en este mundo, y todo lo que tienen les ha sido prestado gratuitamente por Dios. Toda vez que Dios ha sido tan bondadoso para con ellos, no tienen pretextos para quejarse.

4.         Quejarse es particularmente grave cuando nuestros problemas son una parte del plan divino para humillarnos
En tiempos de problemas, los creyentes deben estar preparados a someterse a lo que Dios quiere y a aceptar lo que Dios está haciendo para humillarles y beneficiarles espiritualmente. Es malo quejarnos porque Dios nos está haciendo bien, y es especialmente malo cuando continuamos quejándonos mientras que Dios continúa haciéndonos bien. Por supuesto, los problemas no son fáciles de soportar, pero la Biblia nos dice que después dan “fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” (Heb.12:11) Entre más los creyentes experimentan la mano humilladora de Dios, más deben apreciar Su cuidado por ellos.

Entonces, quejarse siempre es algo serio cuando un creyente lo hace. Esto significa que el tiempo de detener las quejas es siempre el mismo, ¡Ahora!

“El contentamiento cristiano, una joya rara” de Jeremiah Burroughs.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario